Desde que irrumpió en el mundo de la moda, Victoria Beckham ha sido sinónimo de elegancia minimalista y sofisticación. Para la temporada Fall 25, la diseñadora británica da un giro inesperado a su estética habitual, incorporando elementos de la sastrería masculina en un ejercicio de equilibrio entre estructura y feminidad. Sin perder de vista la esencia de su marca, Beckham presenta una colección que desafía los límites del vestuario femenino sin despojarlo de su sensualidad y refinamiento. La inspiración detrás de la colección parece nacer de una reflexión sobre la relación de la mujer con la moda y su evolución en el tiempo. En una era donde los códigos de vestimenta son cada vez más fluidos, Beckham propone una nueva interpretación de la silueta femenina: trajes de chaqueta con hombros estructurados, pantalones de corte recto y largos infinitos, y vestidos que juegan con volúmenes inesperados.

“Consideramos cada detalle para asegurarnos de que, en definitiva, todo sea realmente favorecedor. Ahí es donde utilizo mi relación personal con la ropa”, explicó Beckham. El resultado es un clóset donde el tailoring masculino se fusiona con la feminidad en su máxima expresión. Las solapas alargadas en los blazers, los pantalones de tiro alto con pinzas marcadas y los abrigos de inspiración militar transmiten una autoridad innegable, pero sin renunciar a la sutileza de los tejidos ligeros y la paleta cromática atemporal que caracteriza a la firma.

Cortesía Victoria Beckham

Más allá de la estructura, la colección Fall 25 está llena de detalles que evocan una historia más personal. Beckham juega con el concepto de “prendas en transición”, aquellas que parecen haber sido adaptadas al cuerpo de la mujer sin perder su esencia masculina. Las camisas aparecen con puños sobredimensionados, los dobladillos de las chaquetas parecen enrollados de manera espontánea, y los pantalones presentan cortes estratégicos que revelan sutilmente la piel. Uno de los momentos más comentados del desfile fue la reimaginación del smoking clásico, convertido en un vestido satinado que recuerda al tradicional batín masculino, pero reinterpretado con un drapeado que acentúa la silueta.

Si hay algo que distingue a Victoria Beckham es su capacidad para diseñar ropa que se sienta tan bien como se ve. A diferencia de otras propuestas de moda conceptual que priorizan la estética sobre la funcionalidad, su enfoque siempre ha sido pragmático: cada pieza está diseñada para acompañar a la mujer en su vida diaria, desde reuniones de trabajo hasta eventos de gala. Esta filosofía se hace evidente en la elección de tejidos y cortes. Los pantalones, por ejemplo, han sido diseñados para alargar visualmente las piernas gracias a un sutil juego de proporciones, con zapatos que se ocultan bajo los dobladillos para crear un efecto de continuidad. Los vestidos largos, de líneas depuradas, evocan la elegancia del viejo Hollywood con un aire contemporáneo. El desfile culminó con una serie de vestidos fluidos en tonos neutros y oscuros, algunos con detalles metálicos que aportaban un brillo discreto.

Cortesía Victoria Beckham