“Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. Esta es tan solo una de las premisas que dejó El Principito. La obra de Antoine de Saint-Exupéry ha dejado cientos de enseñanzas y, por supuesto, ha influenciado a más de una generación. Incluso el arte y la moda se han vistos iluminados por la magia poética de Le Petit Prince; misma que se plasmó también en el Fall-Winter 2023 de Thom Browne. El diseñador volvió a Nueva York tras varias temporadas presentándose en París. De hecho, fue en septiembre de 2021 la última vez que el neoyorquino se hizo parte del New York Fashion Week; sin embargo, con su nuevo puesto como presidente del Council of Fashion Designers of America (CFDA) se hizo imperante su regreso a la ciudad que nunca duerme. Una fina capa de arena cubriendo el piso y un biplano estrellado en el centro del escenario. Sobre él, los planetas y las estrellas suspendidos desde el techo, haciendo evidente las referencias al Principito.

La frase con la que comenzó este texto fue la misma que dio inició al show y tras ella, los looks comenzaron a desplegarse como una colorida, irrisoria y preppy historia. “Para mí, los espectáculos son pura creatividad, no pienso en los negocios y el comercio en absoluto”, dijo Browne al finalizar la presentación; una, sumamente fiel a la obra de Saint-Exupéry. “Como la historia dice que los niños ven más que los adultos. Esa fue realmente la separación entre la confección más estricta y la confección más conceptual, que los niños realmente vieron las cosas más interesantes. Porque me gusta ver cosas así”, agregó. Una idea que se expresó, en primera instancia, a través de atuendos más infantiles o, mejor dicho, inspirados en el viaje de Le Petit Prince. Vestidos que simulaban el traje de un aviador o que emulaban los planetas visitas por el Principito. Luego, con trajes más adultos, donde la sastrería estricta de Browne brilló en grandes tamaños. Tras estos “adultos”, los “niños” aparecieron en trajes deconstruidos, camisas y corbatas en capas sobre fundas ajustadas con precisión.

Cortesía Thom Browne

El primer look, un traje espacial acolchado y adornado con las clásicas rayas rojas, blancas y azules de la marca – sí, las mismas de la polémica con Adidas –. Y tras él, un segundo atuendo de una chaqueta extremadamente overzive, con tejidos dorados que hacían juego el cabello en forma de estrella. El Principito se encuentra en el primer planeta y junto a él, el árbol de la historia. Los elementos de la narración se manifestaron a través de largos vestidos, pintadas o quizás estampadas de formas magnificas. En el libro, cada uno representa un aspecto negativo de la sociedad, como el empresario materialista que prefiere contar y catalogar las estrellas antes que admirar su belleza, pero el Principito era un ser idealista que descubre en el tiempo la importancia de, por ejemplo, cultivar el amor, la belleza y la admiración. Tal como en aquella frase expresada por el Zorro: “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”, y así. El tiempo invertido en la reciente colección de Browne es el que la hace especial y aunque el final de la obra es incierto, el diseñador encuentra una luz de felicidad en la pasarela: Precious Lee se convierte en un ángel y rescata al Principito de la melancolía.

Cortesía Thom Browne