Para Mary-Kate y Ashley Olsen, la elegancia se encuentra en el minimalismo, piezas sencillas y siluetas con algunos elementos deconstruidos. Más allá de seguir tendencias, las diseñadoras imponen un nuevo orden que se basa única y exclusivamente en la calidad de sus diseños. A través de la  glorificación de la simplicidad, que las ha acompañado durante toda su trayectoria, las gemelas se posicionan como el epítome del buen gusto. Y la colección Primavera-Verano 24 de The Row, solo es una extensión más de su exclusiva narrativa. Para esta entrega se enfocaron en una nueva dinámica, capaz con la idea de atraer más clientes, y en la cual, los atuendos proponen un cambio geográfico, un cambio de esencia. Claro, siempre manteniendo sus códigos enraizados en la opulencia y el quiet luxury.

The Row nació en Nueva York y, por ende, su esencia está ligada con ese particular estilo de vida. Ya sea por la rapidez o por ser una de las capitales de la moda, sin importar cuál, la firma mantiene esa fluidez “muy neoyorquina”, pero esta propuesta, más bien, trata de algo más. Puede que las diseñadoras estén diversificando su mercado con la intención de llegar a conquistar otras ciudades, siendo París, el próximo objetivo. Esta reconsideración de espacio geográfico y espíritu, le entrega a las hermanas una libertad creativa diferente. Incluso, algunos atuendos, me recuerdan a Balenciaga, los anteojos de sol y los trajes estructurados de gran tamaño son reflejo de esta idea. Sin embargo, y apartando estos aspectos, la colección presenta un nuevo estilo que sí respeta su ADN, pero también abarca otros universos.

Cortesía The Row

Puede tratarse de un jean combinado con camisa de vestir rosada y blazer en un burdeos suave. O también, la versión moderna del personaje principal de Matrix; pantalones negros, suéter blanco y una gabardina larga de cuero. Si bien ambos estilos parecen distantes, lo cierto es que mantienen, y al mismo tiempo, presentan una nueva narrativa para The Row. La colección es un nuevo clóset para la figura masculina. Uno que oscila entre la simplicidad más básica  que se encuentra en pantalones con pinzas y camisa y un estilo más refinado como grandes trajes sartoriales. En definitiva, las diseñadoras buscan transportar y combinar sus códigos neoyorquinos con la elegancia del europeo.

Cortesía The Row