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THE LOST TAPE: BALENCIAGA Y LAS NOSTALGIA DE LOS 90

POR CAMILA LAGOS - diciembre 13th, 2021

Paris Hilton contrajo matrimonio, Lindsay Lohan volvió a actuar y Britney Spears está libre de la tutela de su padre. Sin duda, los 2000 han vuelto, trayendo de vuelta los cuellos de tipo halter, las transparencias, los petos y hasta los pantalones a la cadera. Pero entre las icónicas figuras y dramas del Y2K se encuentran los resquicios de su predecesor: los 90. Una década marcada por el grunge y también, por un desdén hacia lo establecido que Demna (Gvasalia), maneja a la perfección. Son esas características las que el diseñador plasma en cada una de sus colecciones, y The Lost Tape no es la excepción. Como una cinta perdida, como un viejo VHS que aparece para recordarnos la vida antes del Internet. Así, con la nostalgia de los 90 y el minimalismo deconstruido, llega el otoño 22 de Balenciaga.

Un viaje hacia lo análogo, que entre tanto metaverso y realidades virtuales, se siente como una bocanada de aire fresco. Un artilugio que nos hace desempolvar los Walkman de nuestros padres o hermanos mayores para escuchar algún clásico de la época mientras nos dejamos encantar por la actitud de esta precolección. Crop tops como en los 90: sin distinción de género, siluetas desestructuradas y minimalistas, y por supuesto, en negro. Piezas dignas de un rave noventero, donde nada es muy pulcro ni pulido y, aun así, se siente la Alta Costura innata de la maison. The Lost Tape reimagina a un Balenciaga borroso, uno previo a la llegada de Nicolas Ghesquière y de acuerdo con Demna, descubre un espectáculo que nunca sucedió.

Cortesía de Balenciaga

“La gente ha olvidado esa época porque no se puede buscar en ella. La moda era más sucia, desagradable y divertida entonces, no filtrada, comportada o pulida”, declaró Demna, agregando que: “Los 90 son la década en que me di cuenta de que amaba la moda”. Y ese amor se manifiesta a través de negros absolutos; pantalones anchos, poleras ajustadas, abrigos acampanados y un sinfín de siluetas que evocan los 90 con la modernidad actual. En definitiva, siluetas atemporales, que, entre cambios, nos recuerdan que nada cambia realmente. “Se nos ocurrieron cosas en el estudio que podrían haber sido hace 30 años, pero se ven igual de bien hoy”, comentó el diseñador, llevándonos a cuestionar si es que acaso existe algo de verdad nuevo. Algo así como el eterno retorno de Nietzsche, un ciclo infinito, en el cual –sin importar la época– Balenciaga sigue liderando la industria.

Cortesía de Balenciaga

 

 

 

 

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