Para su colección de Resort 2022, Proenza Schouler ha plasmado la simpleza en siluetas que fluyen con una facilidad sin esfuerzo, en la cual, lo que tenga que pasar va a pasar o como dicen desde la firma “come what may”. Envolviéndose en una vanguardia post pandémica, los diseñadores neoyorquinos crearon piezas simples, funcionales y atemporales que se adaptan a una realidad que ha sido redefinida por la pandemia mundial del Covid-19. Con el 70% de la población neoyorquina inoculada, las restricciones sociosanitarias se levantaron y las ansias de salir a disfrutar de los parques brotaron entre una ciudad dormida, donde la comodidad es la nueva premisa.

Los diseños de Proenza Schouler llegan a facilitar el proceso de vacunación del 30% neoyorquino que no se ha inoculado. Con vestidos de espaldas descubiertas y unidos a través del cuello, las siluetas Resort de la firma descubren los hombros para mostrar con orgullo una pequeña, pero significativa contribución a la detención del Covid-19. Asimismo, presentan una fluidez sin tiempo que, entre tonalidades monocromáticas y destellos de color envuelven la figura femenina en una elegancia de hilos y cuero, que se contraponen a la delicadeza de los tonos camel y salmón de la colección.

Listos para recibir el otoño, los diseñadores detrás de Proenza Schouler divagan entre las estaciones con vestidos de hilo, abrigos con detalles de cuero, pantuflas tipo teddy de piel de oveja y botas de agua que combinan comodidad con la elegancia. Siluetas en movimiento que, bajo una simpleza holgada y transformadora, se manifiestan en “ropa convertible” de acuerdo con Lázaro Hernández. Una colección desmontable, confortable y sensual que se puede usar abotonada o desabrochada, con tacones o zapatillas o en una infinidad de posibilidades que están creadas para conquistar a una mujer adulta y pensante que tal como explica McCollough “está interesada en la moda, pero no es esclava de ella”.

Cortesía de Proenza Schouler