Patti Wilson ha alcanzado un estatus icónico dentro de la industria de la moda. Pero ella, dada su personalidad, ha preferido siempre permanecer fuera del radar. Sin duda, siendo la definición de una leyenda discreta y siempre, centrándose en crear un trabajo innovador en lugar de resaltar como figura pública. Con su enfoque fabulosamente retorcido y llamativo, los nombres con los que Wilson ha colaborado a lo largo de los años son tan amplios como su carrera. Desde Stevens Klein y Meisel y David LaChapelle hasta nuevos talentos como Ethan James Green, Campbell Addy y Cruz Valdez u otros tantos renombrados diseñadores. Imágenes notables y originales, de estilo y creación única. Eso distinto a Wilson.
La estilista afirma que cada creativa cuenta con una perspectiva única y la de ella proviene de la carrera que estudió. La iglesia católica es parte de su influencia, y aquellos aspectos ceremoniales y dramáticos han infundido el estilo que le atrae. Por otro lado, las imágenes etéreas, los accesorios y el diseño general también han jugado un papel importante. Las joyas, los hábitos, las cruces, los tapices, todo sumamente elaborado, delicado y estético. Y entre ello, Cher, la icónica cantante, siempre ha sido la musa más relevante de su vida, siendo el epítome del maximalismo y la genialidad. Siempre inspirándose a través de los principales momentos de, por ejemplo, Diana Ross en los 60 y 70.

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La mujer nacida en Queens, Nueva York, cuenta con una habilidad única para descontextualizar un sombrero, un vestido o una silueta completa. Luego, reinventarlo. Darle una vuelta y darle una nueva vida. El sello distintivo de un gran estilista es aquel que te hace pensar no únicamente en cómo se usa la ropa, sino también en cómo te hace sentir. Pocos estilistas son capaces de sentir tanto como Wilson, y eso se nota en su trabajo. A la vez, es admirable la capacidad que tiene para pasar semanas creando una historia y luego cambiar de inmediato.

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