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Fashion, Opinion

NUEVOS CUERPOS, NUEVAS MIRADAS, NUEVOS DISEÑOS

POR DANIEL GONZÁLEZ - febrero 25th, 2022

1997 es un año fundamental para la historia del arte contemporáneo. Es de esos momentos que parecen remedar un antes o un después de Cristo en la historia de la propia humanidad. La razón es que el magnate iraquí-británico Charles Saatchi —caído en desgracia tras haber sido visto en público ahorcando a su entonces señora, la famosa chef Nigella Lawson, en una terraza londinense en 2013—, dueño de la que alguna vez fue la oficina de publicidad más grande del mundo, cosechaba los frutos de su agudo ojo como coleccionista de arte. La Royal Academy of Arts, ubicada en Picadilly Circus, un edificio que supera con facilidad los tres siglos desde que fue construido, abría sus puertas a la controvertida exposición Sensation: Young British Artists from the Saatchi Collection. Se trataba de un grupo de artistas que promediaban los treinta años de edad y cuyos trabajos habían generado una enorme polémica desde el minuto mismo en que se inauguró la muestra. Imposible no mencionar a Myra, el colosal retrato de la homicida en serie Myra Hindley ejecutado por Marcus Harvey en 1995 y que fue comprado poco después por Saatchi. La pintura consiste en una reproducción de la foto que le fue tomada a Hindley para su ficha policial. Pero la particularidad es que, en la medida que las y los espectadores se acercaban a la imagen, se percataban de que el mosaico monocromo estaba compuesto por cientos de huellas de manos infantiles, en efecto, aludiendo a los niños y niñas que habían sido abusados sexualmente y asesinados por Hindley y su pareja. Debido a esta y otras piezas, la exposición sufrió varios atentados.

Pero, además de Harvey, fueron exhibidas obras creadas por otros eminentes artistas, como Tracey Emin, Damien Hirst, Gary Hume, Chris Ofili, Yinka Shonibare, Jonathan Parsons, Fiona Rae, Sam Taylor-Johnson, los hermanos Jake y Dinos Chapman, Sarah Lucas y Jenny Saville. Esta última, tal vez, se convirtió en la pintora más conocida de esa generación. Los formatos de los lienzos de Saville son descomunales y esta singularidad colabora con el impacto que causa su trabajo: cuerpos femeninos desnudos, en los que la carne, los volúmenes, los pliegues se agolpan con violencia contra el primer plano. La pintura figurativa, que muchos daban por muerta en la década de 1990, lograba con Saville ser resucitada para la audiencia y los estudiosos. Sin embargo, la estrategia es la de la sobrexposición, de no ocultar el cuerpo es su condición funcional, material, desidealizada. Es interesante que este radical giro tomado por las artes visuales en torno al cuerpo femenino —que la tradición había redificado como un lugar común para hacer y deshacer en manos de artistas masculinos, incluso hasta su ironización en el Pop Art— apuntase, hace ya varios años, a la misma dirección a la que el mundo de la moda dirige hoy su atención: nuevas miradas a propósito de nuevos cuerpos.

Cortesía de Jenny Saville

Desde Nueva York a París, pasando por Londres y Milán, muchas y muchos de los diseñadores del hemisferio norte parecieron reflexionar respecto a esta cuestión, a la luz de sus colecciones enfocadas en la temporada que se aproxima. El acento es sugerente, tal como lo ha interpretado Maya Singer. Entre los efectos colaterales de la pandemia se cuenta la obsolescencia del canon hegemónico de belleza femenina, específicamente en lo que concierne a las dimensiones y las proporciones del cuerpo. Al parecer, la reclusión obligada por la cuarentena fomentó la gestación de un deseo y una valoración del exterior y de la externalización. Puede ser, acaso, un mecanismo de adaptación frente a la incertidumbre de una crisis sanitaria que no manifiesta indicios claros de terminar en el futuro cercano. Un gesto esperanzador se refugia, de esta suerte, en el cuerpo, para liberarse de la lógica paleolítica que lo tenía confinado a un sitio de fantasía que reñía severamente con la realidad. Y no es solo un asunto de visibilidad discursiva. Al igual que Saville, Alaïa, Rick Owens, Dries Van Noten, Nensi Dojaka, Chanel, Stella McCartney, Gucci, Miu Miu y, en especial, Jonathan Simkhai, Altuzarra, Chloé, Gabriela Hearst y Prabal Gurung incorporaron en sus diseños a la carne, a los volúmenes y a los pliegues de manera protagónica.

Cortesía de Maison Alaïa  – Fall/Winter 2022

Cortesía de Miu Miu – Spring/Summer 2022

La pandemia puede tener connotaciones ‘apocalípticas’ en múltiples sentidos. Sin duda se trata del fin del mundo como lo conocíamos hasta hace solo un par de años atrás. Esta es una afirmación difícil de refutar. Pero como todos los fines despojados de su significado absoluto, este nunca es por completo transparente, sino que podría en realidad abrir nuevas rutas, perspectivas, ideas. Anna Wintour, quien no se ha destacado por ser una intelectual brillante, tuvo sin embargo la agudeza para, en una entrevista, explicar en qué grado la moda es un espejo en el que reverberan procesos sociales, culturales, políticos, etc. Como todo campo simbólico, el diseño permite proyectar las inquietudes de los tiempos que corren y, asimismo, se proyecta de algún modo el futuro a venir. Las colecciones estrenadas entre septiembre de 2021 y lo que va de este 2022 tienen un hálito auspicioso. La moda también se ha vuelto consciente de su papel político y de la importancia que tiene como una de las industrias con mayor crecimiento durante el último decenio. Y aunque la pandemia supuso un serio freno para este sector económico, lo interesante es que su recuperación ha surgido, por igual, desde una sensibilidad sobre las profundas transformaciones que nos encontramos experimentando a nivel global tocante, por ejemplo, a los individuos y a sus cuerpos.

Cortesía de Prabal Gurung – Fall/Winter 2022

Cortesía de Rick Owens – Men’s Fall/Winter 2022

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