Inspirándose en la impenetrable nieve que cubre la cima del Mont Blanc, en los Alpes y a una altura de 4.807 metros sobre el nivel del mar (msnm). Ese manto inmaculado, que, de tanto en tanto, refleja los rayos del sol sobre rocas teñidas de blanco, y que incluso en verano, continúan siendo la cuna de la belleza más fría y punzante. El hielo se estampa en cada rincón, congelando hasta a los corazones más enraizados en la montaña, aquellos que se prepararon toda la vida para un segundo de gloria. La grandeza del paisaje nuble la vista y hacemos pequeñas o pequeños ante la magnitud de la naturaleza. Son esos segundos los que marcan la diferencia. El frío glacial puede paralizarnos -como cuando jugábamos al congelado- más no detenernos. Ni tampoco puede detener el tiktak constante de nuestros relojes; el tiempo se hace esencial y la montaña no espera.

Con esa magnificencia superior a todo, Montblanc vuelve a los glaciares de su homónimo en los Alpes y desde ahí, presenta Watches and Wonders y una colección completamente inspirada en la montaña. Las esculturas de hielo se transforman en relojes, cuya fecha automática es introducida por un simple 1858. Un modelo que converge el frío oceánico con el montañoso. En conclusión, una pieza que no se paraliza ante nada, ni siquiera ante temperaturas bajo cero. Acero inoxidable – ideal para la humedad – y correas de goma intercambiables. Y como iceberg del que solo vemos la cima, el Montblanc 1858 Iced Sea Automatic Date, esconde un bisel giratorio unidireccional de cerámica y una caja con grabado en 3D donde se refleja la esencia de la creación. La tradición exploratoria de la maison se encapsula en un reloj que no solo habla de la dedicación artesanal de esta, sino que revive técnicas ancestrales como el grattré boisé.

Cortesía de Montblanc

El día se congela y también lo hacen el océano y la montaña. La capa de hielo que cubre todo refleja las nubes y en un instante, pareciera que estas y los Alpes son un solo ente. Escaldas de altura, aventura, exploración y cumbres por conquistar. Los relojes se presentan en tres colores: azul por el mar, verde por la Antártida y la presencia de algas microscópicas y negro por la falta de aire, la capacidad de absorción que también manifiesta los depósitos de ceniza volcánica. Por supuesto, todos inspirados en suntuosa relación entre el aire, el hilo y los cerros nevados. La belleza del Mont blanc es encapsulada por la maison que la estampa en mochilas, arnés, bananos y otros accesorios pensados exclusivamente para el montañismo.  Incluso, que se pueden mezclar entre sí para salir a explorar y sentir en carne propia el espíritu de la marca, que, a la vez, representa el de los Alpes. Un vaivén de emociones que nace de la capacidad de asombro y creación. What moves you, make you, dicen desde la firma que con su campaña nos lleva directo a la cumbre del Mont blanc para cautivarnos con la belleza absoluta del hielo.

Cortesía de Montblanc