MODA EN TIEMPOS DE GUERRA: DE SVITLANA BEVZA A COCO CHANEL
POR DANIEL GONZÁLEZ - marzo 9th, 2022Pasar, de la noche a la mañana, de ser una importante diseñadora de moda a una de las líderes de la resistencia contra una invasión extranjera, pareciera ser la trama de una novela de poca monta —como de aquellas, por ejemplo, salidas de la pluma de Brian Moore. Sin embargo, como suele ocurrir, la realidad supera a la ficción y esta es, en efecto, la vida de Svitlana Bevza en la actualidad. Con 39 años, su marca es hoy reconocida en el mundo entero como una de las principales del mercado con origen en Ucrania. Caracterizado por un enfoque minimalista pero deudor de las tradiciones locales, su trabajo ha sido celebrado en desfiles y revistas internacionales de altísimo prestigio. En efecto, el 14 de febrero recién pasado mostró su colección de otoño en el Fashion Week de Nueva York, a diez días de que su país fuese atacado por Rusia con la brutalidad de la que hemos sido testigos. En un acto de heroica humanidad, Bevza permanece aún en Kiev y no está entre sus planes huir de la ciudad. Esta forma de ejercer resistencia frente a la presencia militar de Vladimir Putin es una determinación que, por cierto, pone en jaque su propia vida. Y ella, lejos de asumir una misión delirante, lo sabe. Es en este sentido que la diseñadora ha manifestado su voluntad inquebrantable por permanecer en territorio ucraniano, un gesto político concreto y también simbólico, pese al ruido de los tiroteos y de los bombardeos que asedia los alrededores.
Los esfuerzos de Bevza han sido múltiples. Así, en el sitio web de su empresa, se lee el siguiente mensaje con los colores azul y amarillo de la bandera ucraniana de fondo: “Queridos clientes: nos vemos obligados a anunciar que, debido a la invasión rusa, Ucrania se encuentra en estado de guerra. Todas las entregas han sido pospuestas. Volveremos a trabajar tan pronto podamos.” Más abajo, en una pestaña blanca, se indica: “Donaciones para el ejército ucraniano.” Naturalmente, todo tipo de recurso ha sido puesto al servicio de la causa. A través de redes sociales, por otro lado, la diseñadora se ha convertido en uno de los rostros más visibles en la campaña para boicotear el consumo de productos rusos. De la mano de otras relevantes figuras de la industria del diseño, ha hecho un llamado enérgico a debilitar el accionar de sus agresores evitando comprar bienes fabricados por estos. Pero el desarrollo sistemático de este activismo, por todos los medios concebibles, es llevado a cabo por Bevza en condiciones deplorables, donde el acceso a internet depende de si un proyectil ha logrado impactar o no en las inmediaciones de su zona de residencia, pudiendo afectar a las comunicaciones. El punto es que ni las balas ni los misiles pueden borrar el hecho de que la diseñadora, desde ya, ha logrado grabar de manera estoica su nombre en la historia de Ucrania.
Junto con Bevza, en el hogar familiar, viven su marido, sus dos hijos, su madre y su suegra. Cuando comenzó la invasión coordinada por Moscú, los fuegos se abrieron a eso de las 5 de la madrugada, según relató la diseñadora a Liana Satenstein en una entrevista publicada por Vogue. Varias detonaciones se sucedieron cada casi media hora, hasta que, entre helicópteros y aviones, los ataques empezaron a ser dirigidos a edificios civiles y aeropuertos. Desde entonces, las sirenas suenan, al menos, un par de veces al día para alertar a la población sobre el peligro que corren. El escenario, como es evidente, ya alcanzó cotas insostenibles de dramatismo. Si bien la casa de Bevza está ubicada en los suburbios de Kiev, los colaboradores de la empresa, que tenían domicilio en el centro de la ciudad, ahora se refugian en estacionamientos o subterráneos, dejando atrás sus hogares y la vida que conocían hasta antes del 24 de febrero de este año.
Cortesía de Svitlana Bevza
La otra cara de la moneda fue, en plena Segunda Guerra Mundial, Coco Chanel. La historia la sitúa en una vereda tan despreciable, que, aunque conocida, tiende a ser ignorada para mantener en alto su contribución a las profundas transformaciones culturales experimentadas durante el siglo XX. Es verdad que una cosa no quita la otra, pero los ochenta años que nos separan de este vergonzoso episodio exigen una mirada crítica al respecto. Algo similar podría decirse de Herbert von Karajan, el legendario director de orquesta austríaco, quizá el más famoso del siglo pasado, pero cuya carrera resulta cuestionable en nuestros días por sus conexiones con el nacionalsocialismo. En 1940, cuando las tropas alemanas entraron triunfantes a París para ocupar la ciudad (que, de no haber sido por el aprecio que despertaba en Hitler, habría sido atacada hasta quedar en ruinas), Chanel mantuvo una estrecha relación con el partido nazi. Su mezquino romance con Hans Günther von Dincklage, un noble oficial, no solo le permitió la subsistencia de su marca sino, además, convertirse en espía secreta de los alemanes en Francia, pasando a ser la agente F-7124.
Con estos antecedentes a la vista, podríamos preguntarnos en qué grado las ideas políticas de Chanel permearon en sus diseños. Es difícil contestar a esta interrogante, pese a que algunas estudiosas, como Tansy Hoskins, autora del popular Stitched Up: The Anti-Capitalist Book of Fashion, han afirmado que son dos cuestiones inseparables. Por lo tanto, desde esta perspectiva, el purismo que distinguió a los diseños de Chanel habría reflejado la difusión de la supremacía del europeo blanco, algo que quedaría, no obstante, sujeto a discusión. Dicho ello, hay algo de lo que sí podemos estar seguros, sin lugar a ninguna duda. Mientras Chanel dormía plácidamente en su suite en el Ritz —gracias a sus inmorales interacciones con el mundo del nacionalsocialismo, y de cuyo reproche zafó a punta de mentiras y sobornos—, en este minuto, Bevza duerme a sobresaltos con su familia en su hogar, sin saber si al día siguiente despertará aplastada bajo un techo que ya no pudo soportar otro bombardeo más.
Por Daniel González Erices
Académico de la Facultad de Artes Liberales
Universidad Adolfo Ibáñez
Cortesía de Svitlana Bevza
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