Maison Margiela ha dado un giro inesperado, anunciando que abandona el uso de angora en todas sus colecciones. Una fibra delicada que por años fue sinónimo de exclusividad, pero cuya obtención esconde un lado oscuro que ya no pasa desapercibido. Este cambio, aplaudido por PETA, organización de derechos animales más grande del mundo, llega en un momento donde las marcas parecen competir por quién tiene el compromiso más “ético”. Pero ¿es este un verdadero paso hacia el cambio o solo un esfuerzo por ganar puntos con un público cada vez más exigente?

Según PETA, el angora es el resultado de prácticas crueles: conejos inmovilizados, aterrorizados y sometidos a sufrimientos indescriptibles para arrancarles su pelaje. Margiela, que ya había prohibido el uso de pieles en 2018 bajo la dirección creativa de John Galliano, decide ahora ampliar su política libre de crueldad, siguiendo la presión de activistas y consumidores. Un movimiento que la posiciona al lado de gigantes como Gucci, Valentino y Armani, casas de moda que también forman parte de esta “nueva moda ética”.

El anuncio plantea preguntas inevitables. ¿Hasta qué punto Margiela está liderando un cambio real y cuánto hay de estrategia en esta decisión? La marca, conocida por romper con las reglas de la moda, parece moverse en una delgada línea entre convicción y conveniencia. El mercado exige acciones más responsables, y cada paso en esta dirección puede ser tanto un avance como un intento de limpiar reputaciones en un contexto donde el escrutinio público es implacable.

Cortesía Maison Margiela

Aplaudida o cuestionada, la decisión de Maison Margiela también señala una transformación cultural más amplia. Lo que antes era un símbolo de estatus y estilo, como el angora, ahora es visto como una prueba de una industria que busca reinventarse. Pero no basta con eliminar fibras cuestionables, sino repensar procesos, materiales y narrativas para lograr un cambio genuino. Con este anuncio, la casa de moda francesa promete que sus colecciones serán “más conscientes”. El reto, sin embargo, está en demostrar que no solo se trata de palabras bonitas, sino de acciones que definan el futuro de la moda. ¿Estamos ante un cambio verdadero o una moda pasajera? Solo el tiempo lo dirá, y el consumidor será quien dicte el veredicto.

Cortesía Maison Margiela