MAISON ALAÏA Y EL NEGRO: LA ATEMPORALIDAD DE DOS ÍCONOS
Por Andrea Cova - abril 17th, 2024Desde su nacimiento en la década de 1980, Maison Alaïa ha estado envuelta en una fuerza revolucionaria que se mantiene firme en su devoción por la elegancia atemporal y la artesanía impecable. Es un juego sutil, pero sumamente poderoso que desafía, incluso, lo que parece inquebrantable, porque presentaba una nueva dinámica que enaltecía la innovación y, al mismo tiempo, la simplicidad. Es como si se tratase de un intercambio cultural que entrelazaba distintos códigos artísticos y creaba su propia disciplina.
El trabajo de Maison Alaïa puede definirse bajo estos términos, de hecho, es lo que ha posicionado a la marca como una firma icónica, donde su fundador, Azzedine Alaïa, era considerado como el modisto que modelaba las figuras humanas. Sin ningún tipo de exageración ni engrandecimiento, Azzedine fue capaz, a través de la moda, de volver a reconfigurar la silueta femenina. Sus técnicas revolucionarias lograban potenciar la figura sin esfuerzo y su forma de diseñar -enmarcada por un ímpetu que realzaba la sensualidad femenina- se posicionó como el debate predilecto de principios de los años 80. Durante las siguientes décadas redefinió el cuerpo solo con ayuda del hilo y la aguja.
Cortesía Maison Alaïa
Azzedine Alaïa nació en Túnez en la década de los años 40 y recibió clases de escultura en la Escuela de Bellas Artes de su país. Quizás su paso por estas filas fue donde encontró la inspiración y las técnicas para remodelar el cuerpo humano. O, tal vez, solo se trataba de un talento innato que siempre vivió dentro de él. Sin importar cuál sea la razón, el diseñador tunecino (solo por su lugar de nacimiento, pues la mayor parte de su vida se situó en París) logró convertir su marca en una de las más deseadas, porque pensar en redefinir la silueta femenina solo a través de la moda era sumamente complejo y, desde sus inicios, se enfocó en crear moda como en la vieja escuela: todo a mano. De hecho, es uno de los pocos diseñadores contemporáneos que no se entregó a la modernización de la industria. No presentaba colecciones dentro de los calendarios oficiales ni organizaba desfiles, ni mucho menos implementaba estrategias publicitarias. Para él, la moda era algo íntimo, una relación estrecha entre el diseñador, el cliente, las telas y nada más. Incluso, hasta el momento de su muerte, en noviembre de 2017, no tenía cuenta de Instagram ni redes sociales, siempre se mantuvo fiel a sus convicciones tradicionales que respetaban el buen hacer.
LAS CLAVES DEL ÉXITO
“Él verdaderamente entiende cómo funciona el cuerpo femenino, no se siente intimidado por una mujer ni las idealiza, algo que muchos diseñadores (hombres y mujeres) hacen”, comentó la crítica de moda Cathy Horyn en el documental sobre el diseñador, dirigido por Joe McKenna. Y precisamente, esta es una de las tantas razones de su éxito, porque, a pesar de que lograba confeccionar diseños que destacaban por lo atrevido, lo hacía desde una perspectiva que resguardaba la elegancia y la distinción. Poseer sensualidad en los diseños no significa alejarse de la opulencia. Azzedine sabía perfectamente como encontrar el equilibrio entre ambos conceptos que parecen muy lejanos. Su enfoque innovador que solo se guiaba por su propia pasión, lo llevó a destacar la habilidad más importante de un diseñador: saber vestir un cuerpo y hacerlo bien. ¿Cómo? A través de sus colores predilectos, el blanco y el negro. Incluso, su trabajo se puede clasificar como un tributo a esas tonalidades. Y es que su estética distintiva también se manifestaba en diseños sublimes que utilizaban ambos tonos como hilo conductor. Eran recursos claves que empleaba como parte de sus códigos, ya que representaban la simplicidad y la atemporalidad en la industria. Sus diseños de 1980 pueden pertenecer perfectamente a la actualidad, esto porque su visión creativa era tal que, sin ánimos de exagerar, estaba adelantado a su época. Era un verdadero couturier capaz de observar más allá de su propia realidad y esculpir directamente sobre el cuerpo humano y, sin saberlo, él mismo celebraba su vocación por el corte, la talla y la confección. Su trabajo era sinónimo de artesanía y hoy, a pesar de su muerte, la firma mantiene su herencia. Desde 2021 comenzó una nueva era para la maison con el nombramiento de Pieter Mulier como director creativo.
NUEVO RUMBO
Mulier nació en Bélgica y estudió arquitectura en el Institut Saint-Luc de Bruselas, sin embargo, ha dedicado su vida a la indumentaria. Comenzó a trabajar con Raf Simons y, tiempo después, se unió a su equipo de diseño. Fueron años de trabajo en conjunto, pero con la particularidad de que Pieter se ha mantenido fuera de los focos, cualidad que comparte con el fundador de la firma. Quienes lo conocen aseguran que su personalidad es similar a la de Alaïa: de carácter reservado y con una perspectiva de la moda que enaltece las siluetas complejas y, al mismo tiempo, sensuales… CONTINÚA LEYENDO EN ISSUE #53 SUSCRÍBETE AQUÍ.
Cortesía Maison Alaïa
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