“Querido Azzedine, esta colección tiene la intención de ser un tributo para agradecerte”, escribió Pieter Mulier en su carta ad portas de su debut en Maison Alaïa, al diseñador fundador de su marca homónima, fallecido en 2017. Como parte del homenaje, el espectáculo tomó lugar en la calle donde alguna vez estuvo la primera boutique y ahora se encuentra la Fundación Azzedine Alaïa.

Pieter Mulier llegó con honor a tomar las riendas de la maison: “No tuve miedo, porque por respeto, vine solo y trabajé con todos los que ya estaban aquí”. Su intención con su primera colección fue plasmar los códigos que Alaïa inventó hace 40 años en vestidos ceñidos, faldas voluptuosas, capuchas drapeadas y capas de seda que se mueven con gracia y ligereza, siempre cortes que moldean la silueta femenina con sensualidad. Las piezas responden al deseo de vestirse “consciente del cuerpo”, término que acuñó Azzedine cuatro décadas atrás.

Cortesía de Maison Alaïa

Sofisticación y elegancia definen a una colección que traspasa los límites de Mulier: “Aquí hay cosas que no sabía que eran posibles”. El vestido negro sin tirantes y con corsé extiende su campo de habilidades, sobre este dijo: “Los moldeamos con cuero de triple capa, de una sola piel”. También aprovechó la oportunidad para modernizar piezas, como el icónico cinturón de cuero perforado agregándole un toque iridiscente con una película reflectaste, tipo espejo. El negro se toma la paleta, pero acompañado de blancos, denim, rojo, azul eléctrico y guiños de fucsia.

Cortesía de Maison Alaïa