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LOS EXUBERANTES VOLÚMENES DE PLANET SCHIAPARELLI

POR CAMILA LAGOS - enero 26th, 2022

El reciente fallecimiento de Manfred Thierry Mugler terminó por quitarnos los vestigios de la teatralidad, del ingenio y la creatividad. Y en tiempos en que nada es original y todo – de cierta forma – es una copia de algo ya existente, Daniel Roseberry llega a recordarnos la esencia de la moda: la fantasía y el arte. Un mundo aparte, uno donde se redefine el surrealismo mientras que el oro se expande a través de colección compuesta por 32 looks.  Planet Schiaparelli. El Couture de la maison marca el retorno a la pasarela, una muestra de esperanza que no ha necesitado de colores vibrantes para expresarse, sino, de la sobriedad absoluta y por supuesto, volúmenes. Exuberantes volúmenes. Pero esos provenientes de un sinfín de capas de tul, más bien, uno propio, uno que nace de la opulencia de las formas planetarias. ¿Acaso son los anillos de Saturno los que rodean la colección?

Una muestra de Alta Costura que devuelve el sentido de la vida, de la moda, del arte. Y cómo no si fue concebida en abril, en “un breve periodo de esperanza” como lo cataloga Roseberry. Continuando, el diseñador comenta: “Las vacunas estaban cada vez más disponibles. Viajar se estaba convirtiendo en una posibilidad una vez más. Podríamos empezar a imaginar que nuestra pesadilla colectiva había quedado atrás, o al menos pronto lo estaría. Y, sin embargo, ahora, entretejida con esa esperanza hay una sensación de pérdida. La pérdida de personas, lo más desgarrador. Pero también, la pérdida de certeza”. L’appel du vide o la llamada del vacío. Ese sentimiento intrusivo, esa necesidad de vivir, de volver a sentir, de replantearse lo establecido. ¿Qué significa la moda? o ¿qué significa el surrealismo cuando se ha redefinido la propia realidad? Fueron parte de las preguntas que hilaron la colección.

Cortesía de Schiaparelli

Y redefiniendo lo emocionante, Roseberry volvió a lo básico, llenándolo de una fantasía sobria, pulcra, que se mueve entre el negro, blanco y dorado. Sastrería afilada, con cinturas ceñidas y hombros realzados que plantean una nueva forma de fantasía y surrealismo. La realidad está presente de manera extra planetaria, donde el cielo y lo celestial son la mayor inspiración. Un escape del caos de la Tierra, una invitación a resguardarse bajo los aros saturnianos y albergar a una “suma sacerdotisa mítica”. Una diosa extraterrestre que baja hasta nuestro planeta y se luce con ropa y accesorios que desafían la gravedad. Ejemplo de esto es aquel vestido que incluye una especie de collar que se eleva más allá del cuello, con alas que invitan a volar. Una técnica que se repite a lo largo de la colección y que se inspira en el Necklace Jealous Husband de 1940 de Alexander Calder.

Cortesía de Schiaparelli

Por supuesto, aquella pieza, tal como el resto del Haute Couture contó con oro de 24 quilates que moldeado especialmente para la maison. No es un oro cobrizo o rosado, tampoco uno cálido o frío, sino un oro Schiaparelli. Este, por lo demás, fue tratado para ir contra la gravedad, con esculturas naif que representan los códigos de la maison, en arcilla y espuma y moldes que simulan el peso del cuerpo. Martillar y pulir. Así se dejó inmóvil el oro que acentúa la colección. Y mientras desborda opulencia, la seda y las fajas de raso hacen lo suyo en la sastrería aerodinámica del diseñador. También hay un vestido largo y negro que envuelve el rostro y las manos en círculos espaciales que mientras evoca los rayos del sol con sus detalles, rememora el Parabolic gown de 1992 de Pierre Cardin. Un dramatismo celestial, con plumas, cristales y grandes tocados.

Cortesía de Schiaparelli

Un rigor sartorial que termina por cansar a la mítica sacerdotisa de Roseberry, que, para el final de presentación, abraza lo exuberante y presenta un vestido de oro y cristales, cuya forma evoca a Medusa. Una Alta Costura en movimiento, que nos recuerda que el Haute Couture no es sino una excepcionalidad que nos invita a soñar, que devuelve su esencia a la moda. Un viaje intergaláctico, donde el Planeta Schiaparelli fluye en surrealismo sobrio, pulcro y armonioso. “Diseño para que la gente sienta algo” explicó finalmente el diseñador, agregado: ” (Para) recordar por qué amamos la moda, por qué amo la moda. No es para las celebridades,  los gustos o por las críticas. Es porque, cuando se hace bien, cuando tiene algo que decirnos, puede ayudarnos a sentir lo inarticulable”.

Cortesía de Schiaparelli

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