LIMPIEZA FACIAL: ¿CON AGUA FRÍA O CALIENTE?
POR CAMILA LAGOS - julio 12th, 2022Mucho se ha hablado de la limpieza facial… que si es mejor seguir la rutina coreana y emplearla en dos pasos o si el agua micelar es suficiente. Incluso, independiente de si usas limpiador con base acuosa u oleosa. La limpieza facial es el paso más importante del cuidado facial y de esta depende la efectividad de tus productos. Por más que lleves un orden predeterminado, cuides cada ingrediente y utilices los cosméticos adecuados para tu tipo de piel, puede que haya un detalle que estés pasando por alto. Y, precisamente, está relacionado con la limpieza facial y la temperatura del agua. ¿Fría o caliente? Al igual que con el cabello, con el cutis sucede algo similar y, por consiguiente, se recomienda alejarse de los extremos y emplear agua tibia o templada. Pero ¿Será lo mismo? ¿Habrá que aplicar agua fría al final del proceso?
En realidad, todo depende del resultado que estés buscando. De acuerdo con las palabras de Marta Barrero, experta en dermocósmetica y co-directora de The Secret Lab, la temperatura del agua influye directamente en el aspecto de la piel. Incluso, esta reacciona de distintas maneras al agua tibia, caliente o fría. Y claro, hay temperaturas por evitar y otras con las que se puede jugar, ya sea para sellar los poros o estimular la circulación. Aún así, lo primero que debes hacer es desechar esa premisa, donde el agua tibia o caliente protagoniza tu rutina invernal o en viceversa, el agua fría tu limpieza estival. Segundo, debes olvidarte del agua caliente. O, por lo menos, reservarla para determinados momentos como el desmaquillaje o una limpieza puntual y profunda. También, para cuando buscas dilatar los poros obstruidos o eliminar puntos negros, comedones o el vello facial.
Cortesía de Getty Images
Con el agua caliente ocurre lo mismo que con el valor: los folículos se abren y la extracción de impurezas se hace más fácil. Ahora bien, como explica Barrero, este tipo de temperaturas “deshidratan y eliminan los aceites naturales que protegen la piel, lo que causa sequedad y una mayor producción de sebo. Además, favorece la aparición de rojeces, irritaciones y eccemas”. De ahí que su uso esté reservado a momentos puntuales. En cambio, el agua fría –o tibia si te parece muy extremo– ofrece un sinfín de beneficios para el cutis, partiendo por una disminución de la inflamación y también, una menor hinchazón del contorno de ojos. A su vez, permite eliminar las toxinas, ayudando a prevenir el acné y otros problemas de la piel. Por último, estimula la circulación y tonifica el rostro con efecto reafirmante que deja tu rostro tan radiante como saludable. Sin embargo, siempre puedes alternar las temperaturas para sacarles el máximo provecho. Comienza humedeciendo tu piel con agua tibia, aplica tu limpiador habitual y masajea para que penetre. Enjuaga y antes del aclarado final, aplica agua fría para sellar tu poros y ¡voilá!
Cortesía de Getty Images
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