KRIGLER: VIAJES, AMOR Y AROMAS
- mayo 30th, 2023Perfumería de alta gama y una travesía a través del tiempo, donde las fragancias son la esencia movilizadora de toda una historia. “El mundo de Krigler es como un viaje”, comentan desde la firma, cuyos inicios se remontan al berlín del siglo XIX. Desde un nuevo lugar u hotel, la marca narra sobre países lejanos y lugares de una encantadora herencia terrenal, pero, también, de la turbulenta historia del siglo pasado y el éxodo de una familia que compone sin importar el tiempo.
por CAMILA LAGOS RIVAS
fotografías gentileza KRIGLER
LA HISTORIA DE KRIGLER
En 1860 nació Albert Krigler, fundador de la firma que bajo su apellido se ha expandido por el mundo a través de los mejores y más opulentos hoteles. Krigler nació en Berlín y, a pesar de que la marca lleva en sí la tradición germana, su verdadero origen se encuentra en Moscú. Con tan solo 19 años, Krigler se trasladó hasta la actual capital de Rusia, donde se formó como químico e inició un fascinante viaje olfativo marcado por el amor y el compromiso. Precisamente, estos forjaron los cimientos de la casa, cuya primera creación fue el ‘Pleasure Gardenia 79’, creado en 1879. Como una explosión floral de jazmín, mimosa y gardenia, la fragancia celebró la promesa amorosa de Albert hacia Charlotte, la hija de un destacado perfumista francés y su prometida. Más tarde, en 1904, la familia Krigler se mudó a San Petersburgo, abrió un encantador tocador para que la alta sociedad creara sus propios aromas y se catapultó como una prestigiosa casa de aromas y fragancias. Por supuesto, el ‘Pleasure Gardenia 79’ fue el mayor éxito de la marca. Un perfume inspirado no solo en el amor, sino también en las flores de gardenia del jardín, alrededor de los templos dorados Kinkaku-ji, que crecen en Kioto. Motivos sumamente populares en las lacas japonesas del Moscú del siglo XX, mismas que hicieron del “perfume del compromiso” una revolución en sí. Lo siguió ‘Hermitage Heritage 04’, la primera creación masculina de la casa y, a la vez, un homenaje al Museo del Hermitage de San Petersburgo. “Si hueles la noble nota especiada amaderada, puedes visualizarla mientras caminas por las famosas salas del museo”, dijo Albert respecto de la fragancia creada en 1904. Junto a ella afloró el uso de los nombres ingleses para los olores. Todo estaba influenciado por la incipiente Revolución Industrial que, en ese punto, ya había hecho lo suyo, propagando la tradición británica alrededor del mundo. Rusia no fue la excepción; el Zar estaba relacionado con la familia real inglesa y los perfumes de Krigler eran un imprescindible de los tocadores reales. Pero las cosas cambiaron en 1905, cuando una ola de agitación política sacudió los cimientos del Imperio Ruso. Los tocadores de San Petersburgo cerraron sus puertas para siempre y los Krigler fueron desplazados hacia Berlín, de regreso a sus raíces, donde nació Albert. La burguesía berlinesa se familiarizó con la casa de Krigler, convirtiéndose en sinónimo de elegancia y élite. El primer aroma creado en tierras alemanas fue el ‘Schöne Linden 05’, llamado así por una avenida bajo el tilo y el año de su origen: 1905. Las notas de tilo se combinan con la camelia, el clavel, la gardenia, el almizcle y la tuberosa para crear un efecto conmovedor, expresivo y completamente encantador. De otra época, sin embargo, completamente moderno. Sin importar la época, continúa evocando la elegancia de las mujeres que paseaban por el boulevard en que está inspirado. Y, precisamente, las fragancias de Krigler son un testimonio del tiempo, llevan en sí un código, un detalle en que se puede leer el nombre de cada una: un número que denota el año en que se creó. Características tan especiales de la firma.
DEL HOTEL VIKTORIA AL MUNDO ENTERO
Durante aquel periodo, a Albert se le ofreció un excepcional espacio en el Hotel Viktoria, donde abrió su nuevo tocador en Berlín. Un movimiento que, sin pensarlo, concibió el éxito del futuro, convirtiendo a los hoteles en el corazón de la perfumería Krigler. No obstante, y a pesar del reconocimiento inicial, la fama llegó tras abrir sus puertas en el sur de Francia, durante la década de 1920. Rápidamente se convirtió en el favorito de las celebridades. Paralelamente, Krigler se dedicó a viajar, descubrir nuevos olores, países y lugares, de donde lograba su inspiración, como los jardines del castillo de Neuschwanstein, que se convirtieron en el ‘Eleganter Schwan 06’, o un café cerca de la rue St. Honoré, de París, se transformó en el ‘Sutil Orquídea 10’. ‘Good Fir 11’ encapsuló los bosques montañosos de Colorado y los jardines del Chateu Krigler, en Champagne, se inmortalizaron en ‘Chateu Krigler 12’; un lanzamiento icónico, contrario a los aromas hegemónicos de la época. Era ligero, floral y revolucionario. Un año más tarde se creó el ‘Champfleury 132’, la segunda fragancia de 1913 y la contraparte masculina del ‘Chateu Krigler 12’. Mientras Albert creaba hasta cinco fragancias al año –sin lanzarlas todas–, sus perfumerías se abrían con la misma rapidez. Alemania, Austria, Suiza y la Costa Azul, donde se establecieron por un tiempo. Luego, la nostalgia inundó a Charlotte Krigler y Albert, quien hacía todo por amor, y decidió trasladarse hasta Antibes. El poblado se convirtió en el centro de operaciones de la Casa, que en tan solo un par de años, abrió boutiques en Cannes, Montecarlo, París y Nueva York, en 1930. Un año más tarde, la ciudad que nunca duerme vio nacer al ‘America One 31’, el olor de los presidentes y el perfume que expandió el legado de Krigler en Estados Unidos. Así, Albert hizo de cada lugar un aroma, una fragancia en particular, y estas fueron, y continúan siendo, comercializadas en los hoteles más prestigiosos de todo el mundo. En Berlín, el Hotel Adlon Kepinski es el encargado de engrosar la tradición y excepcionalidad de la casa fundada en 1904, mientras que en Viena, por ejemplo, es el Hotel Palais Hansen Kempinski. En París está en el Grand-Hotel du Cap-Ferrat, de la cadena hotelera Four Seasons, y así… Esta última, a la vez, presenta a la marca en sus sedes en Palm Beach, Houston y Los Ángeles. Su contraparte, The Ritz-Carlton, igual cuenta con tocadores o boutiques Krigler en Dallas y próximamente en Bal Harbour. Lugares excepcionales que, tal como cada creación de la Casa, ya sea una fragancia, una vela o una esencia aromática, narra la historia de algo más, un viaje o un aroma hecho a mano y con los mejores ingredientes del mundo… CONTINÚA LEYENDO EN ISSUE #49 SUSCRÍBETE AQUÍ
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