La pieza central del show era una gran duna que entregó la ilusión de estar en un lugar desértico, pero elegante. El glamping de Hermès jugó con los colores del atardecer, donde estos se agilizan al pasar las horas y dan paso a las sombras ácidas y brillantes de la noche. Ese paso del tiempo fue una de las cosas que inspiró a la directora creativa, Nadège Vanhee-Cybulski. “Las chicas de Hermès están haciendo un vivac, una gran caminata en el desierto, y armando un campamento al atardecer para tener una fiesta, una gran rave”, dijo al terminar el desfile.

Los viajes de larga distancia y vida al aire libre requieren un tipo de equipo diferente al que comúnmente se usa en la vida urbana. Hermès demuestra con la nueva colección el uso de este estilo más salvaje y lo introdujo a la alta costura. Bolsos de cuero, guíllete de color beige y chaquetas para la lluvia son lo que representa el estilismo de excursión que quiso dar a conocer la diseñadora. Lo contemporáneo combina con los estampados tribales de la campaña. No llevó la metáfora demasiado lejos y plasmó la idea outdoor, pero con un gusto sofisticado.

Cortesía de Hermès

Toda una paleta de bronce, terrosos, marrones y terracotas fueron parte de la pasarela. Junto al elemento estrella de la casa de moda: el cuero. Hermès siempre ha sobresalido por sus pulidos trabajos en cuero, y se ha convertido en el más cotizado por su buen acabado. Los accesorios y calzados de la temporada lo confirman, llevando a cabo sandalias con tirantes y plataformas, carteras con movimiento y texturas. Por último, las prendas contaban con intervenciones con cortes, ojales y cut out, que proporcionaron un diseño más elaborado y llamativo.

Cortesía de Hermès