Para su colección Resort 2022, Gabriela Hearst encontró la iluminación en su nativa Latinoamérica y entre aires naturales y orgánicos presentó una serie de tejidos que homenajean la diversidad de América. Visitando la cordillera de Los Andes, Machu Pichu e incluso el parque de Yellowstone, la diseñadora uruguaya recorrió el continente a través de sus diseños y en ellos plasmó el espíritu latino con bordados y texturas inspiradas tanto en la naturaleza como en la cultura de Sudamérica, Centroamérica y Norteamérica. Una fusión de colores y sentidos que se impregna de vibras hippie chic extraídas de los 70 y que rememoran el movimiento mexicano Jipitecas.

Una oda a Latinoamérica que nació a partir de una conversación fortuita por las calles europeas. “Estaba en Europa y me encontré con alguien que me dijo: eres de Colombia, ¿verdad? Dije: no, de Uruguay y él respondió: es todo lo mismo” explicó Hearts agregando que para ella “es muy importante que miremos a América y su historia”. De esta manera, la colección de la uruguaya busca terminar con las mentalidades eurocentristas mediante una celebración de la diversidad cultural latinoamericana y un rescate artesanal que recuerda la riqueza natural de Sudamérica.

Cortesía de Gabriela Hearst

Con la contribución de la ONG Manos del Uruguay, Hearts plasmó el mundo artesanal en looks fluidos y orgánicos que, de forma omnipresente manifiestan la inclusión cultural. Además, los tejidos de punto, los diseños bohemios y los flecos jipitecas de la colección, son un manifiesto de preocupación medioambiental que se traduce en un 49% de materiales reciclados y certificados. Un viaje de introspección y de profundización en las raíces latinas de la uruguaya que, una gracia orgánica, se interesa por la artesanía indígena y los sistemas de creencias de aztecas, incas y mayas. Un cuestionamiento al status quo y la moral occidental que se envuelve en túnicas y vestidos con bordados de geometría sagrada y trajes setenteros compuestos por pantalones acampanados y colores que rinde tributo al mar, el cielo y la tierra.

Cortesía de Gabriela Hearst