No es nuevo que para Carolina Castiglioni el arte sea el punto de partida. La diseñadora y fundadora de la firma Plan C ha dedicado su trabajo a explorar las enormes posibilidades de entremezclar lo que lleva en su ADN: la moda, con el amplio universo de la pintura, la música o la fotografía. La labor que actualmente realiza tiene un enfoque claro, donde prioriza la atemporalidad de las prendas y su calidad, y no promueve la compra compulsiva. Ideales propios que no necesariamente han sido heredados de sus padres. Su familia cuenta con un importante historial ligado a la moda. En 1994, sus progenitores -Gino y Consuelo Castiglioni- fundaron Marni, la mítica marca italiana de ropa que formó las bases del estilo femenino que hoy conocemos. Su impacto en el vestir de la época fue creciendo muy rápido y no demoró en expandirse hacia otros países. No hace falta retroceder demasiado el tiempo. En 1998 la marca se volvió “viral” por los famosos zuecos de piel de pony que acompañó a la firma en varias temporadas. Un año después, el negocio se expandió a los accesorios y la respuesta del público italiano fue exorbitante.

La demanda de tiempo familiar creció y, finalmente, su madre decidió dejarle el mando a su hija. Sin embargo, las aspiraciones de Carolina eran mucho más altas y decidió abandonar su cargo como directora creativa en 2016. Optar por seguir o no en la casa de modas no fue fácil, ya que su intención era poner en primer lugar la vida familiar y también seguir con su sueño. Finalmente, en 2018 apuntó a su propia marca. El apoyo de su padre en el proceso fue primordial, especialmente en el periodo de la pandemia, ya que, pese a las dificultades, logró instalarse en el mercado europeo. Plan C renace y muy rápido se le tacha como la heredera perfecta. Sin embargo, su marca es diferente al Marni de esa época. No podríamos definir su forma de crear como minimalista, porque a pesar de que se enfoca en el ropaje básico, utiliza tejidos -como la lentejuela- para dar ese toque especial y lograr una prenda única. Su visión es crear una estética que destaque por ser sostenible, equilibrada y que se expanda en cada temporada. La sede de Plan C está en el centro de Milán y sus obras se crean en el mismo taller de peletería que utilizaban sus bisabuelos. Un espacio que alberga historia, pero también colecciones individuales y modernas, que están llenas de energía renovada. Por esto, Castiglioni escoge muy bien a quienes colaboran con la marca. Va en busca de espíritus que viven en la vanguardia y conozcan las necesidades del cliente de hoy. Uno de ellos es Yelena Yemchuk, artista ucraniana que forma parte de los últimos trabajos más reconocidos de la diseñadora italiana.

Cortesía Plan C

MISIÓN CUMPLIDA

La moda es entendida como una forma de expresión artística ineludible, pero sigue siendo un mundo distinto del arte. Dicho esto, colaboraciones como la de Yelena y Carolina Castiglioni tienen mucho sentido, porque han hecho tangible esta combinación. Para partir, sus historias son diferentes. Yemchuk nació en Ucrania y emigró a Estados Unidos cuando tenía 11 años. Su pasión por la fotografía, el cine y la pintura la desarrolló desde muy pequeña y, sin ni siquiera imaginarlo, hoy posee una obra basada en la guerra que azota a su país. Una fuerza interior que la vuelve valiente y, aunque le quebranta la voz, la inspira para crear. ‘Odesa’ fue uno de sus proyectos más potentes, donde documenta los cambios vividos en el país en tiempos de guerra. Un trabajo diverso que habla de dolor y devastación con solo un par de imágenes. Obras como esta solo han consolidado cada vez más la trayectoria de la artista. Razones de sobra para llamar la atención de Plan C y para ser parte de un nuevo proyecto. Se trata de la exposición ‘Noctambulation’…  CONTINÚA LEYENDO EN ISSUE #53 , SUSCRÍBETE AQUÍ.

Cortesía Plan C