Sin duda, uno de las colecciones más memorables, tanto por su puesta en escena como por la polémica que desató, fue la línea de Primavera-Verano 2014 del diseñador Rick Ownes. En París, el público tuvo la suerte de presenciar a un equipo de step, una mezcla de ejercicio militar y de animadoras que evolucionó en las universidades afroamericanas. Owens introdujo elementos históricamente ignorados de las artes escénicas a una audiencia poco acostumbrada a ideas revolucionarias. Esto, demostrando un esfuerzo por desmantelar estereotipos clásicos de la cultura anticuada que reinaba en las pasarelas de esa época.

El desfile fue un auténtico espectáculo, una actuación maravillosamente sincronizada e iluminada que impactaba a quien la presenciara. Las modelos, inmersas en una coreografía controvertida, vestían diseños simples y minimalistas en tonos neutros, con cremalleras, aberturas y cordones que permitían mayor movimiento. Esta simplicidad respondía al deseo del diseñador de comunicar un mensaje sin distracciones. Durante cinco meses, Rick Owens y su equipo colaboraron con cuatro hermandades femeninas: Washington Divas, Soul Steppers, The Momentums y The Zetas. Estas colaboraciones no solo enriquecieron la actuación, sino que también destacaron la inclusión en la moda. El resultado dejó una profunda impresión en todos los espectadores, redefiniendo lo que se puede esperar de una pasarela de alta costura.

Las coreógrafas Lauretta Malloy Noble y su hija LeeAnet agregaron además otros elementos como el baile zulú para los 40 bailarines/modelos. “Estamos rechazando la belleza convencional y creando nuestra propia belleza”, afirmó Owens. Consciente de las acusaciones de culto dirigidas contra su ropa, el diseñador demostró que todos esos tipos de cuerpos contribuyeron a una visión de pasarela de la feminidad más inclusiva que jamás hayamos visto. Una idea transversal e impactante.

Cortesía Rick Owens