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EL SELLO NAGEL

POR BERNARDITA BRAUN - noviembre 12th, 2021

¿Qué puede ser más sexy que una segunda piel? Christine Nagel lo sabe, porque ha dedicado su vida a oler todo lo que atraviesa su camino, incluso encerrada en su auto. Una perfumer de renombre, prodigio olfativo de la casa francesa Hermès, que hoy presenta ‘Twilly’, una apuesta insolente, libre y juvenil, que mezcla peonía, jengibre y cedro, un trío de lo más peligroso.

 

TEXTO por Bernardita Braun E.

FOTOGRAFÍAS gentileza de Hermès

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Por su ascendencia, Christine Nagel debiera saber a chocolate suizo o a un cremoso Sbrinz, pero no. Los caminos de la vida y sus miles de encrucijadas pusieron su gusto detrás de otro poderoso sentido con el que se ha consagrado en una industria que mueve millones y en la que ella es toda una eminencia. Más que una autoridad, Nagel es la nariz y la perfumer del paraíso olfativo de la casa ícono de Francia, Hermès. Debe ser increíble ver la vida desde las esencia. Eso de cerrar los ojos, imaginar, evocar, provocar, todo junto, parece una alerta permanente de vida, de sensaciones, de placer. Quizá hasta de jaqueca, pero Christine Nagel no es precisamente famosa por sus dolores de cabeza. Catalogada como una de las “narices” más prestigiosas del mundo, sus métodos creativos son increíbles. Cuenta que, a veces, antes de llegar a su casa, impregna el auto con una posible fórmula. Cierra las ventanas y a la mañana siguiente, al subirse con la nariz despejada, capta la magia. En algunos casos, es la desilusión la que hace acto de presencia, porque alcanzar ese olor en que todo hace clic no es un camino fácil, mucho menos rápido. Hasta tres años le ha tomado a Nagel dar con una fragancia que mucho antes de existir físicamente ya lo hacía en su cerebro, a través de su historia, de su vida, de sus sueños o su memoria.

Por eso es tan importante la prueba y el error, además de la sensibilidad. Diremos que esta despertó en el minuto exacto en que tomó conciencia de que existía algo tan poderoso como el olfato. Debe haber sido apenas una niña, pero el olor del talco que su mamá usaba al mudar a su hermano pequeño fue algo así como una epifanía. Algo tan trivial ponía en marcha una máquina de sensaciones y talento que Christine ha sabido potenciar desde que estudiara Création Aromatique en Suiza y después trabajara como química investigadora en Firmenich, un exclusivo laboratorio que desarrolla fragancias por encargo. Hay intuición en su camino profesional, también horas de investigación analizando pequeñas moléculas que resumen un todo llamado perfume. Nagel se compara con un artista que se enfrenta sin un lienzo a su poder creativo; que trabaja en un taller sin pinturas, pero repleto de ingredientes, bocetos o materias primas que va mezclando, uniendo, asociando. Sus creaciones – ¡y vaya que ha dado con íconos! – no tienen receta, pero se reconoce su firma en cada uno de sus perfumes, como ‘Sí’, de Giorgio Armani; ‘L´Eau’, de Cartier, o ‘For Her’, de Narciso Rodríguez. Christine Nagel, fue también perfumer de Jo Malone London, donde creó ‘Peony & Blush Suede’.

No hay pretensión, sino autoexigencia desmedida y la impresionante evolución de un sello propio y único. Si hay algo que repite, casi como un mantra en sus composiciones, es la simplicidad, filosofía de una casa como la de Hermès. Se ve tranquila, pero también se obsesiona con algunas notas. A veces la inspira la madera, y no puede salir de ahí; otras, una salicornia es la que se no la deja dormir en paz. Lo que siempre se mantiene inalterable es la calidad y la autenticidad, junto con lo impredecible. Sería raro que se conservara estática, cuando un perfume es todo lo opuesto. De hecho, Christine Nagel se mueve tan bien entre la sorpresa y es, justamente, ese ir y venir, esa permisividad y libertad, los opuestos, lo que se percibe en cada una de sus creaciones. El azar no tiene cabida en su meticuloso trabajo y no solo un look sobrio y anteojos de marco grueso comprueban que la esencia sí es invisible a los ojos. Quizá detrás de esa imagen limpia, muy compuesta, hay toda una revolución. Ella reinterpreta la vida a través de sus composiciones; a veces crea un nuevo lenguaje olfativo, otra toma riesgos impensados y nos presenta un dialecto precioso y preciso de voces que, en ocasiones, levantan el volumen y hablan de notas seductoras, soberbias, frescas, francas o calientes. Lo interesante de un oficio es toda la experiencia sensorial de sublimación de aromas, unas más protagónicas que otras, pero juntas, una obra maestra. Nada de reglas para una mujer que sabe dar un valioso consejo: toda fragancia debe ser probada sobre la piel limpia. Si existe esa virtuosa conexión emocional, entonces esa persona podrá saber si lo que impregnó su muñeca, su parte interior del codo o el cuello, es su perfume insignia. Pero jamás olvidar que es también la forma más primitiva de sellar una inolvidable primera impresión. Descubre más en ISSUE #41

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