Desde el final de la pandemia de Covid-19, el mundo de los productos de alta gama ha tenido dificultades para recuperar el imperio que alguna vez dominó. Un claro ejemplo de esto es lo ocurrido con Farfetch el año pasado, cuando la empresa de bienes de lujo estuvo al borde de la quiebra. Otro caso notable es el del gigante LVMH, propietario de marcas icónicas como Louis Vuitton, Dior, Fendi y Tiffany & Co. Durante el segundo trimestre de 2024, no alcanzaron las expectativas deseadas, lo que provocó una caída de casi un 7% en sus acciones, su mayor descenso desde el año pasado.

Pero, ¿qué significa esto? ¿Qué está ocurriendo en la industria de la moda de lujo? Probablemente, estamos ante un cambio inminente. Expertos señalan que este declive es, en gran medida, un problema autoinfligido por las propias firmas. El aumento exponencial de precios en los últimos tiempos es un factor clave. Un ejemplo es Burberry, que ha lanzado bolsos con un precio 58% más alto que sus modelos anteriores. Por lo tanto, el primer cambio que se avecina, y que ya estamos empezando a ver, es que las firmas están comenzando a ajustar sus precios a la baja.

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Por otro lado, observamos un cambio generacional en las prioridades. Las nuevas generaciones han decidido invertir su dinero de manera distinta. La exclusividad que antes ofrecían las firmas de lujo ya no es suficiente. Con la llegada de las redes sociales y la masificación de la moda, las personas buscan personalización y conexión. El inicio de una nueva era. Más que un producto, desean una experiencia memorable que refleje un estilo de vida único. El valor agregado de las marcas de lujo será una conexión emocional con el cliente, quien quiere verse reflejado en las campañas y productos, y sentirse incluido a tal punto que se cambien las reglas convencionales. Atrás quedan las modelos de tallas inalcanzables y las campañas lejanas e irreales; ahora, lo que se busca es autenticidad y cercanía.

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