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Opinión

BLOQUES Y MONOCROMAS: LA ESTÉTICA DE UNA REINA

POR CAMILA LAGOS - septiembre 12th, 2022

Por 70 años consecutivos, Isabel II lideró al Reino Unido y más allá de su polémica y lavada imagen, la monarca se alzó, también, como una reina del estilo. Su estética infundida por los monocromas y los colores en bloque trascendió las fronteras y la historia. Y claro, la reina hizo frente a la debilitación imperial de Inglaterra, las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, las Maldivas, la muerte de Diana, el Bretix y el alejamiento de Harry de la corona. Esto último, una traición para muchas y muchos ingleses que encontraron en Isabel una imagen de seguridad y estabilidad. Cada momento lo enfrentó con una entereza única en su tipo; siempre estoica y siempre impoluta. La soberana fallecida el pasado ocho de septiembre, llevó su sentido del deber a todos lados y no solo mediante su carácter inquebrantable, sino, a través de la sencillez opulenta que resumió su closet.

Con una serenidad sin límites, Isabel II siempre lució los mejores y más finos materiales. Un legado que adquirió de la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, quien inculcó a sus hijas el buen vestir. Incluso en tiempos de crisis, cuando iban a visitar a las y los ciudadanos afectados por la ofensiva nazi, la entonces reina consorte y sus hijas lucían impecables. Más allá de un acto de frivolidad, lo hacían en señal de respeto, aludiendo a que el pueblo acudía a verla con sus mejores prendas y, por tanto, ellas debían hacer lo mismo. Una máxima que se tradujo en una calidad despampanante, pero también, en líneas simples y pulcras. Los patrones que construyeron el closet de Isabel II fueron tan sólidos como su carácter. Sobrios y depurados, estos cambiaban vagamente según la época del año. En realidad, sus vestimentas estuvieron impregnadas por colores en bloques y siluetas prácticamente iguales. Abrigos a altura de las pantorrillas, tocados a juego, guantes en blanco o negro y sus eternas Launer London de cuero negras. Cartera de mano con sello británico que, por cierto, le ayudaban a comunicarse con sus asistentes y guardaespaldas.

Cortesía de Getty Images – The Royal Household

Poseía alrededor de 250 bolsos de manos, todos firmandos por Launer London, una firma que la acompañó desde que asumió el trono en 1952. Por supuesto, todos eran negros y como tal, un complemento ideal para sus looks monocromos. Estos –probablemente– los más representativos de la reina, quien, a través de atuendos compuestos por un solo color, plasmó la solidez de su reinado. Raramente incluyó algún estampado floral en su closet, lo de ella fueron las tonalidades en bloque y también, una gama que, si bien abrazaba los monocromos, explotaba en una variedad llamativa e intensa. Rosas pálidos, fucsias, burdeos, verdes, celestes, amarillos. No hubo color que Isabel II no convirtiera en mástil de dignidad inquebrantable, atemporalidad y seguridad. Misma que se reflejó, paralelamente, en sus joyas y complementos. También como sinónimo de los valores perdurables de su reinado, los sombreros la acompañaron hasta el último de sus días. Con algún decorado de flores, un broche situado en la parte alta del lado izquierdo su pecho y unas perlas perpetuas que colgaban de sus orejas o aquel característico collar de tres vueltas. Elementos que convergían el pasado con alguna que otra tendencia pasajera, pero que, principalmente, construían la estética de una reina impasible, firme y segura.

Cortesía de Getty Images – The Royal Household

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