Como en el Lobo del Wall Street, pero en vez de Leo DiCaprio paseándose a través de esos corredores, ahora son las y los modelos de Balenciaga quienes se han apoderado del espacio y Martin Scorsese ya no es la mente maestra detrás de la obra, sino, Demna (Gvasalia). Con la pureza – nuevamente – del negro, la maison cubrió los cuerpos de sus representantes con látex y, sobre él, puso las prendas del Resort 2023. Fue un domingo totalmente distinto para el distrito financiero de Nueva York. La bolsa de valores más famosa del mundo dejó de lado sus clásicos operadores y sus lugares fueron ocupados por Ye (Kanye West), Pharell Williams, Frank Ocean, Candice Swanepoel, Megan Thee Stallion, Alexa Demie y otro tanto de celebridades. Todos luciendo la irreverencia conceptual de la firma que, burlándose de una de las peores crisis inflacionarias de Estados Unidos imprimió fajos de billetes falsos.

La inminente recesión económica que afectará al mundo no es una “amenaza” para la firma que al final de su pasarela reveló una colaboración con Adidas. Sí, tal como Gucci. Las casas del grupo Kering comprenden la importancia de lo urbano y su poder en el street style. Y es que la ropa deportiva se ha convertido en una parte esencial de los closets actuales, en especial, en aquellos de las y los Centennials. Por supuesto, el multinacional alemán siempre ha liderado en este ámbito, sorprendiendo con cápsulas que van desde la alta gama hasta la gama media. O incluso, democratizando el high fashion. Bueno, de cierta forma, porque los precios de esta reciente colaboración bordearán los 800 dólares para las poleras y superarán los 1.500 y 2.300 dólares para pantalones y chaquetas respectivamente. De esta manera, los clásicos tracksuit de la marca germana dejarán de ser alcanzables para gran parte de las personas. Pero no solo eso, sino que en relación con sus versiones Originals, estos no presentan grandes variaciones más allá de un “Balenciaga” acompañando a las tres líneas o al emblemático Trefoil.

Cortesía de Balenciaga

Lo mismo sucede con los bolsos de la colaboración. Es como si la maison hubiese tomado los accesorios de Adidas y les hubiese estampado un Balenciaga. No hay un mayor esfuerzo detrás de las piezas colaborativas, sino más bien, una forma de demostrar del poder logo. En fin, las siluetas oversize abundaron tanto en las piezas deportivas del Resort como en sus abrigos y trajes sartoriales. Los vestidos, por su parte, se ajustaron a las figuras de las modelos para mimetizarse con el látex y sorprender con distintas texturas. El velvet, la seda y las lentejuelas se hicieron presentes para crear un nuevo armario “Balenciaga”, uno inspirado en la Alta Costura de la firma y uno que explora la sastrería de una forma clásica y opulenta. Vestidos de cóctel como una segunda piel, blusas con lazos a la altura del cuello y abrigos con esa estampa tan propia de Demna; algunos con hombros caídos y complementados con cinturones, y otros con los hombros bien definidos, cruzado y como una oda a la tradicionalidad.

Cortesía de Balenciaga

Asimismo, unos aires ochenteros atravesaron la colección que, de la mano de aquellas cintas de seda en los cuellos, evocaba la estética de Melanie Griffth en Working Girl. – ¡Por favor! ¡Que no vuelvan los 80’s! –. “Garde-Robe” (prendas clásicas de lujo de acuerdo con Demna), ropa de noche y prendas deportivas. Fueron tres las categorías que presentó Balenciaga en su reciente entrega. Una colección arriesgada, tal como una movida en la bolsa de valores, y que, sin embargo, salió triunfando. Y así como Jordan Belfort conocía a quienes les vendía acciones, el director creativo de la maison conoce el mercado, la moda y su audiencia. Sabe cómo mantener el deseo y la emoción mediante una constante evolución o incluso contrastes, que esta ocasión, se escabulleron a través del cuerpo y llegaron a los pies con zapatos de proporciones extravagantes. Casi como aquel calzado de payaso, pero claro, en un orgulloso negro Balenciaga.

Cortesía de Balenciaga