Con más de 45 años de trayectoria, L’enfant terrible de la mode ha transformado su nombre en sinónimo de diversidad e irreverencia. Siempre moderno y actual, Jean Paul Gaultier intercaló una “l” en su apellido para darle un toque fresco que, en 1976, lo catapultó como una figura rebelde y contemporánea. Con un talento innato y un estilo poco convencional, el francés conquistó la escena de la moda con una visión rupturista e inclusiva, donde las figuras apartadas de la heteronorma se apoderaron de las pasarelas para iniciar un proceso de cambios que, hoy incluye a personas tatuadas, alejadas de la delgadez extrema y que rompen con los patrones tradicionales.

Cortesía de Jean Paul Gaultier

De la mano de Gaultier, las pasarelas se transformaron con una irreverencia disruptiva donde los roles tradicionales de género han sido cuestionados bajo las increíbles costuras de la moda. Hombres usando kilts y faldas y mujeres “apartadas” de las medidas convencionales. El francés ha convertido a la diversidad en un legado eterno en el cual, todas las personas son bienvenidas y el amor siempre se celebra. Con la convicción de que no existen cuerpos, géneros, religiones, razas u orientaciones sexuales a las que se le pueda atribuir un valor por sobre otro, el diseñador ha plasmado su mensaje de inclusión y no discriminación en cada una de sus creaciones.

Cortesía de Jean Paul Gaultier

“La beauté est partout” es parte de la filosofía de Gaultier quien, siendo un activista de la diversidad, se ha convertido en un ícono gay gracias a la clásica figura del marinero y su fragancia Le Male. Un diseño homoerótico que revolucionó las narices del mundo con un aroma sencillo, pero trascendental. Asimismo, en 1996 lanzó una misiva en contra de la cerofobia y en pro del sexo seguro con una colección que buscaba la prevención del VIH/SIDA. Revolucionario y siempre cuestionado, el francés es un atrevimiento constante que celebra el amor sin formas y que vive para cuestionar las tradicionales con un legado de inclusión en el que todas y todos son bienvenidos.

Cortesía de Jean Paul Gaultier