Oliver Rousteing es un personaje con una historia detrás que no es convencional, no por nada Netflix decidió hacer Wonder Boy, donde se refleja su estilo de vida fabuloso y su búsqueda por descubrir el origen de su ascendencia tras ser adoptado cuando era un infante. Es de origen somalí por su parte materna y etíope por la paterna. Esta genética está plasmada en su última colección para Balmaín, donde se mezcló con el clásico vestir francés.

Con el descubrimiento de su procedencia, Rousteing ha buscado expandir su universo cultural a la moda, lamentablemente debido a la pandemia aún no ha podido visitar Somalia ni Etiopía, pero eso no le ha impedido impregnarse de la tradición. Una colección exótica y atractiva que representa el existencialismo del descubrimiento de su verdadera identidad. “Siempre me pregunté de dónde venía, así que es un regalo saber qué culturas tienes en la sangre (…) Francia es un crisol de tantas culturas, y definitivamente esta colección trata sobre eso” exclamó el diseñador, ejemplificando que esta colección es un sinónimo de convergencia cultural.

El clásico patrón de laberinto invade casi por completo el lookbook, mostrando siempre las raíces de la casa de moda, a la vez en las túnicas y ponchos en tonos tierra se refleja la cultura del Cuerno de África. La variedad de prendas es amplia, abarca varios estilos y siempre manteniendo la tradición francesa de Pierre Balmain. No pasan desapercibidos los bolsos extragrandes rematados con flecos que acompañan los looks, dando una imagen mucho más extravagante. Desde el minivestido fruncido metalizado, hasta las piezas conformadas por pedrería, se ven varias facetas del diseñador etíope somalí.

Cortesía de Balmain