El diseñador estadounidense siempre ha llevado el atrevimiento en el ADN de sus diseños, y esta no fue la excepción. Cercano a su vigésimo aniversario de la firma, la colección de otoño 2024 de Alexander Wang, fue presentada unos días atrás, en donde la deconstrucción de las prendas y el escenario del desfile fueron protagonistas. En el costado de la tienda Soho de Grand Street de Nueva York, la parte trasera de un automóvil negro se asomaba por una ventana, aludiendo metafóricamente a una especie de accidente automovilístico.

Al interior de la tienda, en donde se llevó a cabo la exhibición de los diseños, se estableció un escenario de iniquidad deconstruida y rebelión. Había dinero falso en el suelo, camas solares y una chimenea eléctrica con repisa de auto deportivo. La vibra de esa noche quedó claramente en evidencia cuando la primera modelo, antes de comenzar a desfilar, rompió una copa de cóctel, representando la actitud despreocupada que se pudo percibir. Durante la presentación, actos como estos se repitieron varias veces, modelos rompiendo vidrio, interacción entre estas y el público, otorgando un carácter de espectáculo.

Wang con sus confecciones mostró sensualidad, desnudez y audacia, en donde se realizó un mayor énfasis en el uso del cuero. Este material se presentó con tachas, en bombers, envuelto en vestidos asimétricos, con diseño de cocodrilo y en botas largas, las cuales en varias ocasiones complementaron los outfits. El jeans pasó a segundo plano esta ocasión, teniendo una leve aparición, dando solo una brisa del estilo callejero anterior de la firma. Otro de los estilos que presentó Wang en los atuendos fue la tendencia athleisure o loungewear, unas de sus marcas identitarias después de la pandemia.

Cortesía Alexander Wang