Cuando Anna Wintour formula una  pregunta, es difícil sorprenderla. Una vez le consultó a Simon Porte Jacquemus si quería trabajar en una gran casa. Él le contestó que ya tenía una: “Se llama Jacquemus”. Encantador, guapo, optimista y carismático, es un genio en marketing emocional. Su talento para el espectáculo, su dominio de las redes sociales y sus diseños reconocibles le han dado renombre global. Un ejemplo del “efecto Jacquemus” es el bolso ‘Le Chiquito’ (de absurdos y adorables 9 x 12 centímetros), en un abanico de 20 colores, materialidades y texturas. Jacquemus, apellido de su madre que falleció cuando él tenía 18 años, es un caso raro en la industria. Sin depender de un conglomerado, goza de total autonomía y un sólido estado financiero, logrando ser una de las pocas compañías emergentes que ha escalado en la última década. Según The Business of Fashion, a fines del 2022 duplicó sus ingresos anuales sobre los 200 millones de euros, estimando llegar a 500 millones de euros en 2025 (cerca de 466 mil millones de pesos). Su estrategia se ha basado en las ventas online, rompiendo barreras de la alta gama, mediante un lenguaje directo, fresco y precios razonables sin perder ni un ápice de calidad. “Si es lindo en Instagram, se venderá. Así es el mundo en el que vivimos”, aseguró. En un día, el sitio de Jacquemus puede alcanzar las ventas mensuales de su stand en las Galerías Lafayette Haussmann, situado entre Celine y Saint Laurent.

Originario de Salon-de-Provence (una pequeña localidad entre Marsella y Aviñón), creció en el campo sin horarios ni reglas, en plena libertad. “Corrí, caminé, lloré, bailé, cabalgué y besé. Hice todo ahí”, recordó. Sus inspiraciones vienen  de la gente que observaba en la playa o en el mercado donde vendía zanahorias con sus abuelos. De esta manera, recupera elementos propios del sur de Francia -el sombrero de paja, la camiseta blanca, la blusa a rayas, prendas de hilo y lino, tejidos de punto, vestidos al viento, pantalones cortos- y les otorga un giro a través de transparencias, líneas limpias y minimalistas, zapatos de base geométrica, asimetrías y mangas abullonadas en colores tierra, blanco y negro. Asimismo, tiene mucha influencia del cine francés, la pintura y la poesía. Los momentos cotidianos también forman parte de su estética digital: su matrimonio con Marco Maestri, su perro Toutou, un helado de pistacho, un chapuzón en el mar… Jacquemus es más que prendas y accesorios, es una historia de vida. Y es que el interés por la marca se disparó en la pandemia por las emociones que transmite, una dirección creativa impecable y un mensaje de diversidad. “Sé muy bien que hay marcas con millones de euros en el  banco, pero que no consiguen vender su ropa ni causar una verdadera impresión en sus clientes”, afirmó.

Cortesía Jacquemus 

El diseñador apuesta por proyectos temporales, como colaboraciones con Nike y Tekla. Por otra parte, instaló máquinas expendedoras de bolsos durante unos días en París y Londres, así como boutiques efímeras en el Lago Como, Portofino y Saint Tropez, locación donde en el verano europeo del 2023 se montó una zona de playa totalmente brandreada por Jacquemus en tonos cítricos. Asimismo, cabe consignar su debut en la Met Gala de este año junto a Bad Bunny o reels donde unos limones gigantes caen sobre una playa, sus carteras se transforman en una heladería móvil o en buses y autos que recorren París. Además, el museo Palais Galliera tiene uno de sus ensambles en su colección permanente…  CONTINÚA LEYENDO EN ISSUE #52 SUSCRÍBETE AQUÍ.

Cortesía Jacquemus