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Accessories

BOTTEGA VENETA ATELIER: CULTO A LA MARROQUINERÍA

Por Team ISSUE - octubre 2nd, 2023

En 1966, Michele Tadder y Renzo Zengiaro fundaron Bottega Veneta, sin apellidos rimbombantes en búsqueda del éxito y solo encarnando sus propios orígenes: Vicenza, una ciudad en la región de Veneto, en Italia, de donde proviene el tan aclamado ‘Veneta. ‘Bottega’, por su parte, encuentra su concepción en las lenguas romances, aquellas que, del italiano al español, traducen la palabra como taller. En definitiva, un “taller veneciano” que, sin grandes pretensiones, logró ganarse el reconocimiento internacional gracias a una filosofía infundada en la marroquinería, el minimalismo y la elegancia del anonimato. Bienes en forma de piel y cuero tratado artesanalmente y una técnica que ha perdurado hasta la actualidad definieron a la firma, cuyo auge se vivió entre los años 70 y 80. Un intrecciato –un tipo de tejido que entrecruza las tiras de cuero– excepcional, que se apoderó de los bolsos de los asistentes de Studio 54, Andy Warhol y la mismísima Jackie Kennedy gracias a un simple eslogan: “Cuando tus propias iniciales son suficientes”. En realidad, la marca no necesitaba mucho para triunfar, ya que la industria peletera italiana la respaldaba y la había convertido en la casa predilecta de Estados Unidos, mientras que, sin lugar a dudas, todos querían lucir su discretismo sin logos. Sin embargo, los 90 golpearon fuerte y tras dos décadas de silencioso esplendor, Bottega cayó en la fiebre del logo. Por supuesto, una respuesta a las tendencias de la época que, contrario a lo esperado, ahuyentó a su clientela habitual y llevó a la firma a una crisis económica orquestada por el abandono del ideario original.

Fueron años vertiginosos, donde la dirección de Bottega se vio duramente afectada. Zengiaro dejó la maison a finales de los 70, y tiempo después, Taddei hizo lo mismo. En reemplazo de este último quedó su exesposa Laura Taddei, quien también ejercía como directora creativa de la firma; junto a ella, Vittorio Moltedo lideró la marca hasta 2001, cuando Gucci Group – actual Kering– la adquirió. Claro, las transformaciones venían desde antes, cuando en 1998 los fundadores de la marca conocieron a Giles Deacon, a quien nombraron director creativo. Un cambio de visión que buscaba relanzar a Bottega Veneta, devolviéndole su imagen depurada, pero, a la vez, asumiendo las primicias del nuevo milenio. Tres años después inició un nuevo periodo para la casa y con él se anunció la llegada de Tomas Maier, quien, con el beneplácito de Tom Ford, asumió la misión de recuperar la elegancia discreta de la marca. Se desterró cualquier atisbo de logomanía y se reivindicó el emblemático intrecciato como el hilo conductor de cada creación. Eso sí, se trató de una decisión impulsada por los atelieres de la casa: “Tan pronto como visité los talleres y valoré el calibre de sus artesanos me di cuenta de que era una oportunidad extraordinaria”, comentó.

Fotografías gentileza Bottega Veneta

THE NEW BOTTEGA

Y así. En febrero de 2005 presentaron su primer desfile prêt-à-porter para mujeres y un año después, en junio de 2006, llegó la versión masculina. Hitos que solo diversificaron a la marca, ampliando su oferta, pero también aumentando su valor artesanal, siendo el cuero y la piel dos de los elementos centrales de cada entrega. Maier estuvo 17 años al mando, no obstante, en 2018 -y contra todo pronóstico- anunció su retiro. “La convirtió en una indiscutible referencia. Con su visión creativa, mostró de forma magnífica la habilidad de los artesanos de la casa”, mencionó François-Henri Pinault, presidente del grupo Kering respecto del diseñador. Claro, solo era la antesala de una nueva era. Durante el mismo año, Daniel Lee asumió como director creativo y con él, Bottega adquirió una nueva perspectiva y personalidad. Incluso, una que abandonó las redes sociales para encontrar el éxito en el misterioso silencio. Nada repercute más como aquello que no encuentras. Con espectáculos sigilosos y discretamente llamativos, la marca se alzó en lo más alto de la industria, dominando cada lista con un intrecciato moderno y audaz, pero también, con prendas que hacían eco de la contemporaneidad de Lee, aquella que se enraizaba en tres pilares: “Lo italiano, lo trenzado y lo tejido”.

En tres años, ‘New Bottega’ se convirtió en el fetiche de todos, y bolsos como el ‘Casette’ o el ‘Knot’ se transformaron en imprescindibles iterados una y otra vez. Carteras convertidas en sinónimo de éxito y el poder de la marroquinería encapsulado en cada una de ellas. A pesar del reseñable crecimiento de la maison, el diseñador abandonó la dirección creativa en 2021, dando paso a Matthieu Blazy como el encargado de extender su legado e iniciar un nuevo periodo.

CUERO, CUERO Y MÁS CUERO

En un par de temporadas, Blazy se ha encargado no solo de extender el legado de Lee, sino de crear su propia historia. Una línea continua respecto del trabajo de su antecesor, en paralelo, una labor que ha diversificado el rol del cuero y la piel, y que celebra la artesanía de todos y cada uno de los talleres Bottega. Tops que simulan la suavidad del algodón y calcetines en forma… CONTINÚA LEYENDO EN ISSUE #51 SUSCRÍBETE AQUÍ.

Fotografías gentileza Bottega Veneta

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