Hay combinaciones que, sin importar la época, siempre triunfarán. Clásicos atemporales que se convierten en fondos de armario: un blazer, un pantalón sartorial y varios otros. Piezas infalibles donde el denim se presenta como rey de todos los tiempos, ya sea como chaqueta o un inefable pantalón. Junto a él, una camisa o polera blanca. ¡Voilá! ¿Cuántas combinaciones pueden nacer a partir de estos dos? ¡Infinitas! Son de aquellas prendas prácticas, fáciles de llevar y más favorecedoras de todas. Lo mejor, no requiere aplicar todos tus conocimientos sobre moda, ni tampoco a arriesgarte a lucir un atuendo que pueda fallar. Incluso, en diferentes ocasiones. Desde los momentos más casuales hasta los más formales. Todos pueden ser acompañados por la simpleza de una camisa lisa y blanca y jean.

Se presenta como respuesta a los looks más elaborados y vistosos. De hecho, en tiempos en que los colores y la exuberancia predominan, esta combinación se convierte en el gran disruptor de la moda. Además, claro, de un infalible, cuya practicidad radica en la sencillez. Claro, lo esencial está también en la calidad de las prendas que elijas. Por ejemplo, Valentino abrió su reciente pasarela Couture con un atuendo de estos: una camisa blanca y un pantalón que simulaba la mezclilla. Por supuesto, aquellas piezas implicaron más de doscientas horas de trabajo y los pantalones estaban compuestos por una serie de cristales. Pero más allá de eso, la idea se basa en la mezcla de dos básicos. Blanco y denim. El primero, en forma de una implacable camisa lisa.

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Puedes llevarla semi abierta dejando al descubierto parte de tu pecho. También, con la parte inferior por dentro del pantalón o bien, por fuera, casi al viento. Incluso puedes jugar con esto y dejar uno de lados fuera de tu jean. Y en cuanto a este, las posibilidades son igual de inconmensurables: claros, oscuros, deslavados y hasta con uno que otro cut out. La idea es mantener la sencillez de la combinación, pero si optas por elevar el nivel de tu atuendo, los complementos serán la clave. Un blazer texturizado, unas ballerinas, unos mocasiones, unos tacones finos o unas zapatillas para un toque extra casual. Los aros, collares, anillos y carteras igual son importantes. Puedes optar por versiones simples y elegantes u otras que se enmarquen en un maximalismo brillante y oportuno. Y si el verano toca la puerta, una falda larga de mezclilla y una polera blanca cumplirán con la esencia de esta infalible combinación.

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