La historia dice que el bolso para hombres nunca estuvo destinado a ser un “accesorio”. Se buscaba un espacio extra para transportar cosas; debía ser resistente, práctico y no le llamaron bolso hasta los años 80. Fue en esa época cuando su uso se vio normalizado, pero seguía siendo una prenda sesgada en el closet masculino. Finalmente, fue Louis Vuitton y su trayectoria en la marroquinería, quien marcó un antes y un después en este noble complemento también destinado a los hombres. De a poco, las normas de moda impuestas comenzaron a doblegarse y nada era más novedoso que una prenda unisex. Así lo fue en el uso de bolsos, que, en su evolución constante, han conquistado a grandes del espectáculo como David Beckham o Bradley Cooper, quienes los han enseñado libremente a través de sus redes sociales. Sin duda, se habla de una transformación, en la cual, un elemento vinculado a la debilidad masculina hoy es en un imprescindible y cómodo complemento.

No obstante, no hay que precipitarse. En varios puntos del mundo el uso de bandoleras o bolsos no deportivos por hombres, son pan de cada día. Sin embargo, en otros países el uso queda limitado a una billetera de bolsillo o una mochila. ¿Cuál es por qué? El cine y la publicidad a lo largo de la historia han patentado ciertos elementos al plano característico femenino. El color rosa, la falda y los tacones. Pero más importante, la construcción casi inconsciente de una obsesión por los bolsos. Nuestro compañero de vida, el elemento del que dependerá su forma y color para reconocer tu personalidad. Y un sin fin más de razones forzadas que nos convencieron de su importancia en la vida de una mujer. Tanto así, que pasó a ser una pieza exclusiva para ellas. Motivo principal de su extinción del closet masculino y de los planes de cualquier diseñador.

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Ellos querían su propia versión y eso motivó a cientos de firmas a crear diseños pensados en las necesidades masculinas. El mercado hoy no se limita solo a accesorios, incluso faldas y tacones han entrado en la discusión de qué es lo que realmente se considera “varonil”. En esto entran actos inesperados como el de LeBron James, con su llegada a las finales de la NBA con un traje sastre, bermudas y un increíble bolso de mano de casi 41 mil dólares. O el maxi bolso marrón de Travis Scott que no parecía ser el encargo de nadie más que de él. Aunque no es nada nuevo, el tema sigue latente y se suma a otras prácticas que han dejado de ser completamente para chicas. Una rutina de skincare o visitar con frecuencia el salón de belleza son solo algunas, donde el uso del bolso se vuelve algo meramente superficial. El llamado es aún más profundo, el desafío latente de la igualdad. Uno en el que la moda ha propiciado nuevos caminos y nuevos espacios de diálogo, que evolucionan con cada paso que damos.

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