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Profile, Reportaje

VIKTOR & ROLF

- marzo 28th, 2023

Las puntadas mágicas de los holandeses Viktor y Rolf, los ‘enfants terribles’ de la alta costura, transforman el hilo y los patrones en surrealistas prendas dispuestas a imprimir el universo fashion de un guiño arty. Hoy, llevan más de 20 años presentando sus exclusivas colecciones durante la Semana de la Moda de París, las que evocan un espíritu provocativo impregnado de contrastes asombrosos.

por CLAUDIA SÁIZ

actualizado por VALENTINA RAMÍREZ S-M

fotografías gentileza VIKTOR & ROLF

Son conocidos por hacer desfilar a sus modelos con cascos de motorista o por haber diseñado un vestido-edredón con almohada incorporada. Los holandeses Viktor Horsting y Rolf Snoeren nacieron en 1969, visten igual, son casi idénticos y son hoy lo que soñaban ser. Incluso, sus más de 29 años de trayectoria han sido objeto de exposiciones individuales en el Louvre y la londinense Barbican, y sus creaciones han dominado más de 30 exhibiciones artísticas colectivas por todo el mundo. De hecho, con motivo del vigésimo quinto aniversario, el Museo Kunsthal de Róterdam organizó una exposición en colaboración con los diseñadores holandeses y el comisario canadiense ThierryMaxime Loriot. La exposición ‘Viktor&Rolf: Fashion Artists 25 Years’ muestra los elementos que hacen que sus diseños sean únicos en el mundo de la moda contemporánea”.¿Arte o moda?”, les pregunto. “Con nuestro trabajo siempre tratamos de romper las barreras de la moda. Es necesario construir una historia y darle vida, ese es el verdadero reto. Como nos encanta contar historias, disfrutamos mucho con cualquier proyecto”, responde Rolf al tiempo que Viktor recoge el guante y añade: “Si siguiéramos la corriente de la moda es muy probable que nos sintiéramos ahogados. Sin embargo, nos gusta comunicar y llegar al gran público. La mayor parte de lo que hacemos es bastante autobiográfico y produzcamos lo que produzcamos, siempre consideramos que es moda. Todavía vemos mucho potencial en este negocio y nos sentimos completamente al principio de nuestra carrera”. Rara vez se dejan fotografiar separados. ¿La respuesta a la pregunta del millón? No, no son pareja, nunca lo han sido. “Pretendemos fundar una marca de alta gama en el siglo XXI en contra de las convenciones, restricciones, transgrediendo lo rutinario, desafiando la gravedad e, incluso, las formas del cuerpo. Para eso hay que derrochar creatividad”. Y ellos, de eso, saben mucho. Viktor suele hablar primero y Rolf acaba perfilando las ideas. Se encuentran en el salón de una de las suites del hotel Península, en pleno centro de París. Son jóvenes, delgados, elegantes, llevan anteojos… y no se parecen físicamente en nada. La similitud y el juego de espejos que, desde luego, potencian, forman parte del espectáculo. Viktor tiene el rostro anguloso y Rolf, más ovalado. “¡Por supuesto, somos diferentes! Aunque trabajamos como un matrimonio, con nuestra imagen, con nuestro look. Intentamos comunicar que somos un solo y único diseñador. Somos hermanos del alma, gemelos espirituales”, explica Rolf.

Su particular y lúdica manera de mirar el mundo ha dado una vuelta de tuerca al concepto de alta gama. Pero, lejos de ser unos recién llegados a este universo textil, su trayectoria se remonta a los tiempos de estudiantes en las salas del departamento de moda de la Escuela de Bellas Artes de Arnhem, una pequeña ciudad de Holanda, en 1988. Entonces eran unos adolescentes con ganas de ‘coser’ el mundo. Hoy, tienen 53 años -con más de 40 colecciones a sus espaldas- y su casa de costura, casi 30. Esto demuestra que se puede ser creativo y hacerlo bien comercialmente.”Estábamos en la misma clase”, recuerda Horsting. “A ambos nos gustaba lo que hacía el otro y, sin embargo, no empezamos a trabajar juntos hasta después de abandonar el centro. Rolf quería ser ilustrador y yo, desde niño, diseñador. Me pasaba el día dibujando y jugando a vestir muñecas”. Apuntala Rolf: “Desde pequeños nos parecía una profesión mágica y glamorosa, sinónimo de una vida fascinante, íbamos a la misma clase en la Escuela de Bellas Artes. Siempre nos atrajo el trabajo del otro. Aunque nuestra colaboración no empezó hasta que nos licenciamos; era obligatorio trabajar de manera individual”. El aspecto pulido de ambos, casi conservador, hace pensar en la paradoja del artista surrealista, a la vez, trajeado y subversivo. Esa atención perfeccionista por los detalles se recoge también en sus colecciones, uno de sus puntos fuertes. Hablar de estos aspectos les emociona. “Cada persona debe dictar sus propias normas. En este sentido, nosotros queremos mostrar que somos una gran marca, con miras muy amplias, pero también con un lado creativo e imaginativo que determina una estrategia más pequeña, dirigida a un público selecto, como pasa con el arte. Más que el surrealismo, lo que siempre se encuentra en nuestras colecciones es el clasicismo, del que partimos para acabar retorciéndolo”.

BELLEZA, TRANSFORMACIÓN Y MODA

Horsting y Snoeren habían seguido caminos parecidos antes de conocerse. “Los dos nos hemos criado en ciudades pequeñas y muy aburridas”, cuenta Snoeren. “Sitios en los que no había nada que hacer. En ese contexto, la moda era un mundo de sueño. Esas pocas fotos que veías en las revistas, las imágenes de la moda de París, resultaban enormemente poderosas”. Su primera colaboración profesional llegó cuando, nada más licenciarse, se pusieron a trabajar en una colección conjunta. En 1993 la presentaron a un concurso de jóvenes talentos en Hyères (Francia), en la Costa Azul, y ganaron los tres premios principales. Prendas deformadas, superposiciones, medidas desproporcionadas. Todo con un aire antiguo y sombrío, presentado por modelos con los ojos vendados y con una perfección técnica propia de la alta costura. “Fue una colección muy extrema”, recuerda Snoeren. “Había muy buenas ideas allí”. El nombre de Viktor & Rolf empezaba a sonar en los círculos especializados. Tenían tan sólo 23 años. Tras pasar por el prestigioso festival de Hyéres en 1993, donde consiguieron el premio a la mejor colección, se establecen en París. Allí alternan su labor en los talleres de Martin Margiela y Jean Colonna con largas noches de trabajo en sus propios diseños. Un esfuerzo que les abrió antes las puertas de los museos y las galerías de arte que las de las pasarelas. Comenzaron presentando sus colecciones en aquellas como dos outsiders del sistema fashion y, en esos momentos, tras abandonar la colección de prêt-à-porter para centrarse en exclusiva en su línea de alta costura, forman el tándem de diseñadores más exitosos del momento. El éxito de la pareja reside en haber elevado una silueta rabiosamente contemporánea sobre cimientos clásicos y atemporales. “No nos interesan las tendencias. Lo que buscamos es cómo romper las barreras o los límites que nos impiden ser uno mismo. La moda no es sólo ropa, sino también comunicación: contamos historias”, concluye Rolf. “Pensamos en mujeres con un cierto tipo de mentalidad más que en distintas tipologías”, comenta Viktor. La cuestión sobre la modernidad aparece entonces en la conversación. “Resulta difícil dar una imagen, una frase, una palabra o una descripción de lo moderno. Y, a lo mejor, eso es justamente lo que lo define. Lo moderno representa una fuerte elección personal. Para nosotros, es muy importante esforzamos en crear algo original, tener una voz en la moda que cuente algo novedoso”, defiende. “Lo moderno es contemporáneo, pero lo contemporáneo no necesariamente es tendencia”, sentencia Rolf. Han elevado su mundo sobre tres pilares: la belleza, la transformación y la moda. “Para nosotros, transformación es una palabra muy importante en relación con la belleza. Todo lo que hacemos, desfiles, perfumes o complementos, refleja siempre un momento o instante en el que, gracias a ella, se trasciende a otra realidad”. En sus colecciones y puestas en escena todo tiene el aire de misterio que emana de los cuentos de hadas, referencia que, por otra parte, les encanta. Una manera personal de construir la realidad fruto de una singular mirada. Quizá sea por los anteojos. Viktor y Rolf los llevan siempre puestos. Comenzaron sin nada más que ambición, por lo más alto del oficio, haciendo colecciones de alta costura, impecablemente facturadas, con su mejor aliada, la imaginación… y casi imposibles de vender. Y cuando no pudieron desfilar por falta de financiación, llenaron las calles de París con carteles que decían: ‘Viktor & Rolf, en huelga’… CONTINÚA LEYENDO EN ISSUE #49 SUSCRÍBETE AQUÍ

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