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Man, Woman

PAUL SMITH: UNA MIRADA CON ARTE A TRAVÉS DE LA MODA

Por Claudia Sáiz. - febrero 24th, 2021

Él quería ser ciclista, pero acabó siendo Sir y vistiendo a la escena cultural británica en pleno. Paul Smith, el diseñador que mejor ha redefinido la sastrería estos últimos 50 años, nos abre las puertas de su mundo para contarnos sus orígenes humildes, cómo es reinventarse y sus nuevos proyectos, entre ellos la creación de su propia fundación.

Una figura larga se eleva en mitad de la estancia con el pelo enmarañado, anteojos de carey y una sonrisa franca. “El desorden que ves en mi despacho nutre mis ideas”, dice Paul Smith (Reino Unido, 1946). Es una cueva de recuerdos, cargada de tesoros de lo inesperado. Un gabinete de curiosidades donde se amontonan sus peculiares colecciones (cámaras, velocímetros, robots…) e infinidad de regalos de fans. Como la carta de un niño, enmarcada, que le pedía al hombre cuya marca viste, que le hiciera una camiseta para su hámster. Junto a esta misiva, la foto del niño y su mascota con las prendas que le confeccionó. Y es que este espacio vital y profesional es una invitación a contagiarse de creatividad. A excepción de una mesa central que aparece vacía. “Las chicas del estudio me tienen prohibido tomarla. Me dicen: ‘Paul, esta tarde tenemos una reunión, ¿querrás que la gente se siente en algún sitio, no?’”. Su ligero acento cockney, que arrastra desde su infancia, no logra enmascarar que estamos ante el hombre que dio un timonazo de estilo al clóset masculino con trajes de tweed tradicional en colores que escapaban a la norma. Su objetivo: hacer ‘ropa sin clases’. Han vestido sus diseños lo mismo Tony Blair que David Cameron, Patty Smith que David Bowie o Daniel Day-Lewis. Quizá el día en el que se convirtió oficialmente en un emblema nacional fue cuando los príncipes Carlos y Diana se tomaron sus fotos oficiales de compromiso envueltos en sendas camisas azules de Paul Smith. Años después, en 2000, se lo recordaría la propia Reina Isabel, cuando lo nombró caballero. “Me dijo: ‘Enhorabuena por sus logros como exportador’”, recuerda quien creció como un niño curioso en la clase trabajadora de Nottingham, Inglaterra, llevando una Kodak Retinette que su padre le compró a los 11 años. La cámara le permitió ver patrones, texturas y belleza en cada aspecto del mundo. Su ojo estético se ha convertido desde entonces en uno de los más apreciados. “Definitivamente, me ha ayudado en mi vida a mirar alrededor y absorber realmente lo que veo. Tengo un dicho: puedes encontrar la inspiración en cualquier cosa, y si no lo haces, por favor, mira de nuevo”. Hoy en día, Sir Paul Smith, de 74 años, es un diseñador notablemente prolífico y respetado, celebra 50 años en esta industria, acaba de publicar su monografía con la editorial de culto Phaidon e inauguró su propia fundación, centrada en guiar a los futuros espíritus creativos en sus carreras profesionales. Un auténtico hombre hecho a sí mismo.

Si echas la vista atrás 50 años, ¿cuáles son los acontecimientos clave que siguen destacando?

Uno de los temas es el hecho de que todavía estoy aquí. Es un milagro. Estoy seguro de que has visto tantos diseñadores de moda, restaurantes o bandas que van y vienen. Especialmente en la moda, el creador o la marca que adorábamos hace cuatro, seis o 10 años, tristemente se ha quedado en el camino. Así que, después de 50 años, la continuidad es probablemente lo que más me enorgullece. Nunca he sido el número uno, sin embargo, siempre he sido relevante. Vendemos en más de 70 países alrededor del mundo; seguimos aquí, y continuamos siendo una compañía independiente.

¿Qué más te enorgullece recordar?

El signo de puntuación en mi carrera, como lo llamo yo, fue nuestro primer desfile de moda en 1976. Fue en el departamento de un amigo en París, en el primer piso, y mis amigos hicieron de modelos. Con champán comprado en el supermercado, luces de garaje y el equipo de música de mi departamento de Londres… Pero la gente encontró todo eso encantador, porque era totalmente opuesto a lo que había. Asistieron los compradores de Barneys, de Seibu, de Le Bon Marché y tiendas independientes de Manhattan, de Los Ángeles, y tuvieron que tocar el timbre para entrar en el show. Hecho que al día de hoy aún me divierte. Creo que había unas 35 personas en el público.

¿Y qué siguió a esos inicios?

Si te soy sincero, yo pasaba de lo creativo. Quería ser ciclista profesional. Dejé los estudios a los 15 años, y mi padre, vendedor a domicilio, me empujó como mozo en el almacén de ropa de un amigo donde regía lo funcional. El concepto de moda en sí no existía. Salí de la escuela un viernes y el lunes ya estaba trabajando. No he tenido un solo día libre en mi vida (¡y rompe a carcajadas!). En mis ratos de ocio volaba por las calles del pueblo en bicicleta. Hasta que mi sueño se truncó. Me estampé, con 17 años, contra un auto –aún hoy se yergue la cicatriz, orgullosa, en su nariz–. Me rompí varios huesos y estuve seis meses en el hospital. Allí me hice amigo de otros internos que estaban involucrados en la escena artística local. Y eso fue realmente mi entrada en este mundo de la creatividad.

¿Fue entonces cuando te preguntaste si podías ganarte la vida haciendo algo que fuera creativo?

Sí. A los 18 recuerdo que me ofrecí a colaborar con una amiga que estaba a punto de abrir una boutique de moda. Y al poco tuve el privilegio de conocer a Pauline (Denyer, su mujer y cómplice desde hace más de 45 años), que era una diseñadora de moda del Royal College of Art de Londres. Ella fue mi profesora en casa. No había ido a ninguna escuela o universidad de moda; pero debido a mi entusiasmo y a su voluntad de enseñarme a hacer ropa, a diseñar y cortar patrones, esa fue la inspiración para empezar.

¿Ella es la responsable de que veas la vida en tecnicolor?

Exacto. Ella rompió el cascarón. Era diseñadora de formación y algo mayor que yo. Había estudiado Historia del Arte y pintaba. Dotó a mis ideas de sofisticación. Fue quien me enseñó a mezclar con efectividad los colores. Hoy, se dedica a pintar y continúa siendo mi mentora.

¿Qué hay que hacer para mantenerse tanto tiempo y aguantar muchos cambios?

Mucha de la ropa de otros diseñadores es muy indulgente consigo misma, lo que yo denomino llamadas de atención, porque es muy extravagante o está cargada de logos. Ropa que parece decir ‘mírame, soy muy moderno’ o ‘mírame, soy rico y parte de un club’. Lo entiendo, pero mi ropa no va de eso. Soy un hombre humilde y creo que llego a gente que se siente cómoda con lo que es y con la vida que lleva, gente que no busca que la ropa le reporte atención. Aunque eso no significa que renuncien a que el vestir les depare pequeñas sorpresas.

Lo curioso es que esa consistencia no está reñida con la originalidad. Normalmente se asocia lo duradero y atemporal con ropa básica y un tanto anónima, pero tus señas de identidad son, por el contrario, bastante llamativas.

Bueno, hay muchas líneas diferentes. Por ejemplo, los trajes de Paul Smith London pueden ser bastante anónimos. Aunque luego los abras y dentro haya un estampado muy llamativo, muy Paul Smith. En cada categoría hay cosas más extravagantes y otras más simples. Aunque está claro que por lo que somos famosos es por las rayas, por el uso de colores inusuales, por los estampados florales, por los bordados. Y es cierto que todas esas cosas son, definitivamente, poco anónimas.

Tu estudio es una cueva de Alí Babá llena de recuerdos y regalos de incondicionales. ¿Por qué crees que despiertas esa clase de reacción en la gente?

No tengo ni idea. Tengo cajas llenas de cartas adorables y locas que la gente me manda. Creo que se debe a mi reputación. Siempre se escribe de mí que soy una persona muy normal, cercana e interesada en el arte, la vida, la gente joven y mayor… Interesado en todo tipo de cosas. Es posible que se deba a que encuentro tiempo para estar y para hablar con cualquiera. Todo el mundo es importante para mí. Todo el mundo tiene una madre, una emoción y una historia. Solo trato de ver el punto de vista de otros.

Tal vez sea porque tu ropa también transmite una cierta humanidad…

Creo que tuve una mente abierta al acercarme al diseño de moda. Cuando has sido enseñado académicamente, tienes una cierta visión de lo que se supone que tienes que hacer y ser. Pero dado que yo nunca tuve eso, pude desarrollar mi trabajo de una forma natural y espontánea. Al principio, mi única posibilidad para hacer ropa interesante era aportar un pequeño giro, algo inesperado. No poseía la habilidad de diseñar algo distinto y tenía que hacer cosas muy sencillas. Pero esa limitación me hacía buscar todo el tiempo algo especial. Un tejido que contrastara, un interior floral en un traje sobrio, una camisa blanca con botones de colores… Y mi carácter personal es muy fácil, relajado y abierto. Así que puede que eso se refleje en mi ropa.

¿Cuáles son los principales cambios que has visto en la moda en el último medio siglo?

En especial, cambios masivos. Puede que te rías con lo que voy a decir, pero cuando nosotros empezamos, no había marketing, ni conocimiento sobre prensa, ni relaciones públicas. Solo hacías ropa que te llegaba a la cabeza y al corazón. Diseñabas lo que creías que te gustaba y se la mostrabas a algunas personas. Ahora está el marketing, el plan de negocios, las inversiones, las redes sociales… Y luego algo llamado ropa. Ahora mismo nos encontramos en un momento para revaluar el sistema al completo y analizar lo que queremos hacer en un futuro.

Cortesía de Paul Smith

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