Muchos diseñadores han buceado en el archivo de la firma en la que hoy trabajan para llegar a Paris Fashion Week. En el caso de Balmain, Olivier Rousteing se ha propuesto homenajear a la casa de moda francesa desde sus inicios, y el trabajo no ha sido fácil. No cualquier marca comienza en 1945, o tiene tanta historia para contar. El diseñador en esta nueva propuesta logró fusionar la alta costura clásica con la comodidad. Esto a través de telas poco rígidas, tersas y de muy buena calidad. Los hombros van marcados, la silueta se dibuja con trajes de neopreno y también de vinilo y los sombreros, marcan el punto de inicio.

El diseñador quería realizar algo íntimo, por ello escogió una sala del Le Carreau du Temple que recibió a cerca de 200 invitados. Nada excesivo considerando otras presentaciones. Su misión fue volver a los orígenes y recordar el verdadero estilo francés, volver a la calidad y entender el pasado como una forma de conectar el futuro. Mucho de eso se sintió mientras se apreciaba esta colección, que fue sofisticada y apuntaba a un público más tradicional. Sin embargo, no hay que olvidar que Rousteing siempre aporta algo de su poder creativo. A pesar de que se inspira en colecciones pasadas, en su trabajo hay formas modernas imposibles de ignorar.

Cortesía Balmain

“Ella es alguien que va y descubre el mundo. Eso es Balmain. No solo tiene su sede en París. Está basado en el mundo’, dijo el diseñador. Utilizó para ello largos y delicados vestidos y pantalones sastre que rozaban el suelo. Las mujeres vestían piezas de colores vibrantes como el rojo, con formas deconstruidas de un traje común, con largos guantes que cubrían el brazo completo. En la cintura había corsés de color blanco y grandes moños en la parte superior e inferior. Incluso ha devuelto los puntos sobre la tela como un patrón nostálgico, que funcionó muy bien. Cada prenda mostró nuevas texturas y también volúmenes inesperados, que no son ajenos a la propuesta de Oliver, para quien la ropa siempre es la protagonista.

Cortesía Balmain