MAISON LESAGE: EL TESORO DE LA ALTA COSTURA
ANDREA LEÓN - febrero 6th, 2023Visualicemos la agenda de la bordadora parisina Michonet, cuando fundó su taller en 1858: sus clientes eran Charles Frederick Worth, Jeanne Paquin y Madeleine Vionnet, compañías de teatro y miembros de la corte de Napoleón III. Ella contaba con el valioso apoyo de su asistente, Marie-Louise Lesage, quien junto a su marido se hizo cargo del negocio en 1924. La Maison Lesage asumió proyectos creativos impulsados por Elsa Schiaparelli, Paul Poiret, Jeanne Lanvin y Coco Chanel. A la muerte de su padre en 1949, François Lesage tomó el liderazgo con solo 20 años. Para él “una colección de alta costura sin bordados es como un 14 de julio sin fuegos artificiales”. Desde entonces, Pierre Balmain, Cristóbal Balenciaga, Christian Dior, Hubert de Givenchy, Yves Saint Laurent y Christian Lacroix contribuyeron a la creciente reputación de esta casa.
La llegada de Karl Lagerfeld a Chanel en 1983 selló el rescate de oficios y procesos locales. En esa época, dichas factorías estaban en peligro de desaparecer por falta de inversión y sucesores, por lo que la firma comenzó a adquirirlas con el objetivo de asegurar su continuidad y formar artesanos. Un ejemplo clave fue la compra de Desrues, autor de los botones dorados con la doble C. En 1997, Chanel fundó el conglomerado Paraffection, que reúne a 12 Maisons d’Art y 26 fábricas. Diez de esos ateliers, entre ellos Lesage, Maison Michel (sombrerería) y Massaro (zapatería), operan en el edificio 19M de Chanel. “Estoy muy contenta de lo rápido que han crecido los oficios en los últimos años. Ahora comparten un lugar con las condiciones idóneas para desarrollar sus ideas, investigar mejor”, asegura la directora creativa de la compañía, Virginie Viard.
Cortesía Chanel
El archivo de Lesage contiene el mayor registro de bordados artísticos del mundo, con 75.000 muestras que abarcan 150 años. Este patrimonio refleja las exigentes peticiones de los clientes de todas las épocas y estilos. Al ritmo de las temporadas de desfiles, la compañía materializa la visión del diseñador, por peculiar que sea. Las bordadoras han heredado un conocimiento único para intervenir ropa y accesorios. No se amedrentan ante complejos ensambles de lentejuelas, plumas, lazos, encajes, cristales y piedras preciosas. Se requieren entre cinco y 10 años de entrenamiento y cada proyecto comienza con un dibujo que determina un patrón establecido por el diseñador. Este se traspasa a un formato hecho con pequeños agujeros por donde pasarán agujas, hilos, crochet, pinzas y lupas. Aquí participan entre cuatro y seis artesanos, que dedican al menos 1.000 horas de precisión, concentración y silencio. La atención está en cada detalle. CONOCE MAISON LESAGE EN ISSUE #48 SUSCRÍBETE AQUÍ
Cortesía Chanel
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