En la Semana de la Moda de París nos hacía falta un poco de excentricismo. El arte de la moda conceptual deslumbró una vez más, y en esta oportunidad, en manos de Thom Browne. Un viaje, una pintura o la arquitectura de un lugar pueden convertirse en una gran inspiración y fue el caso del diseñador estadounidense cuando visitó el Palacio de Versalles. El dorado que rodea a la estructura en todo su esplendor se impregnó en los grandes trajes que fueron presentados en la pasarela. Pensó en cómo hacer un tributo a la ciudad parisina, sin dejar de lado su herencia americana y el glamour que le representa.

Locura total mezclada con el imperante estilo barroco daban lugar a piezas enormes, vestidos cubiertos de inmensas capas y una variedad de colores. Las sospechas de que el debut tendría relación con Cenicienta eran ciertas. Aunque el concepto de Browne fue exagerado, reemplazó la corona por un increíble sombrero que dejaba un espacio para los desproporcionados peinados, que parecían flotar en el aire. Los motivos florales eran enormes, hechos de seda o tul. El momento más álgido se dejó ver con diversos corsés que adornaban la figura, soñando entre un cuento de hadas y princesas o el país de las maravillas.

Cortesía de Thom Browne

La gran variedad de sastrería contaba con detalles en cada rincón. Mientras algunos llevaban corbata con lunares, otros usaban guantes de terciopelo blanco. En sus manos, varitas mágicas o una de las variaciones del clásico bolso de perro de Browne, en color blanco con orejitas de colores. A su espalda, un gran número en color blanco, como de un partido de fútbol americano. ¿Se pueden fusionar tantos elementos a la vez? Definitivamente sí. El cierre de la colección lo presentó MJ Rodriguez, coprotagonista de la serie Pose y ganadora del Globo de Oro. Como si se tratara de los desfiles de voguing, Rodriguez llevó a Thom Browne a lo más alto del espectáculo.

Cortesía de Thom Browne